Mi hija, sus amigas y el sobrevalorado Terry
Terry Grandchester, personaje principal del manga (1975 - 1979) y anime (1976 - 1979) Candy Candy, de la autora Kyōko Mizuki. |
¿Les cuento una cosa? A las niñas normales no les gusta Terry Grandchester.
Me refiero a
niñas de 8 años, que no han estado expuestas a romances en libros,
películas y telenovelas, ni sufren relaciones violentas en sus hogares y
entornos cercanos.
Las niñas saludables de 8 años reaccionan de
manera defensiva contra muchas de las conductas que Terry tiene con
Candy: las burlas y tomaduras de pelo constantes, la actitud irascible,
los apodos, las groserías.
Ellas quieren a Candy y comprenden
que, de alguna forma, debe protegerse. Por eso ven totalmente normal que
la adolescente se enoje y se defienda cuando Terry la agrede.
Las
niñas de 8 años no entienden que un chico -o cualquier persona- pueda
comportarse de ese modo porque no tuvo el amor de su madre o fue
maltratado por su padre ("si no te gusta que te traten así, ¿por qué lo
haces tú con los demás", pregunta mi hija).
Para ellas, una cosa
está clara: nadie tiene derecho a maltratar a nadie, al margen de lo
que esté pasando en su vida. Mucho menos a quien desea brindarle ayuda
de manera sincera.
Las niñas sanas de 8 años no le andan
buscando tres pies al gato, ellas supeditan el amor y la amistad a un
principio de respeto y buen trato. Por eso, no entienden por qué murió
Anthony, cómo es que Candy le presta tanta atención al bravucón de Terry
y suelen simpatizar con Albert, aunque no se lo imaginen como un
potencial novio, porque tampoco les cuadra mucho que todo tenga que
estar relacionado con tener novio.
Son básicas. No han madurado
lo suficiente para comprender diversos matices de las relaciones
humanas, pero justamente eso les permite mantener intacta la sabiduría
instintiva que les dice: "Ahí, donde hay o podría haber violencia, no
es".
¿En qué momento empezamos a arruinar el sentido común de nuestras niñas de 8 años?
Cuando les decimos que el amor aguanta todo y que esperen, porque, con su apoyo y cariño, los agresores van a cambiar.
Al margen de que el cambio suceda o no (Terry llega a convertirse en un buen hombre, pero jamás alcanza a tomar decisiones acertadas), eso es asunto de la persona agresiva, de su familia y de sus amigos, no de sus parejas. Mucho menos si la pareja puede resultar herida.
Dejemos de romantizar la redención, porque suele justificar y permitir violencias que se habrían podido evitar.
#MamaOtaku #mamade2
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