Se acerca el final (contiene spoilers)

La escena de la chaqueta y el atardecer, que consolida simbólicamente una decisión, en el episodio 110 del manga Shingeki no Kyojin.


Se acerca el final del anime Shingeki No Kyojin. A partir del 9 de enero, se estará transmitiendo en simultáneo con Japón a través de la plataforma Crunchyroll. El manga de Hajime Isayama terminó oficialmente en abril de 2021 y tuvo un epílogo en junio del mismo año. 

Desde luego, con esto termina también una era. 

El anime, hasta el momento, ha sido fiel al manga, aun alargando algunos episodios y agregando recursos propios del formato audiovisual. Así que se espera un desenlace similar, lo cual no me resulta particularmente alentador.

Algo que siempre he disfrutado de la narrativa japonesa contemporánea es su capacidad de destruir estereotipos en un sólo giro, obligando al espectador a repasar sus sentimientos ante la contextualización de cada personaje y de cada decisión. SNK está llena de situaciones que nos ponen en conflicto, al punto de no dejarnos amar u odiar tranquilamente a casi nadie. 

Esto, creo yo, es la principal riqueza de la historia de Isayama: pese a que se adivina una visión muy estoica de los seres humanos, consigue explicar muy bien las acciones de cada personaje, obsequiándonos figuras complejas y llenas de humanidad. 

Esta humanidad, por supuesto, dista mucho de ser perfecta: estamos hablando de naciones que llevan dos milenios en conflicto, una de ellas ha elaborado formas diabólicas de control étnico y manipulación, la otra posee poderes sobrehumanos de destrucción masiva. 

No es una serie fácil de ver. A mí, cada capítulo me deja con mal cuerpo. 

A veces, siento que la nobleza, el coraje y la lealtad, que crecen y se fortalecen entre compañeros de lucha, quedan relegados a un segundo plano por los elevados niveles de violencia y las constantes pérdidas. De hecho, he debido aferrarme a dos convicciones para sobrellevar los altibajos de SNK: 

Primera: las niñas y niños siempre son inocentes, por lo tanto, merecen ser amados y protegidos, pase lo que pase cuando se hagan mayores.

Segunda: luchar por conseguir que un pueblo sea liberado de la opresión histórica es justo y necesario, pero esta lucha pierde legitimidad en cuanto los combatientes (o guerrilleros) dejan de proteger las vidas de personas inocentes. 

Nada, absolutamente nada justifica un genocidio. 

Por lo demás, admito que me he enamorado profundamente de Hange Zöe, Levi Ackerman y Erwin Smith, héroes la Legión de Reconocimiento, de los padres de Sasha Blouse por ser poseedores de una inmensa capacidad de perdonar y amar, de Reiner Braun y todos sus conflictos internos y de Jean Kirstein por sacar fuerza y coraje de su mediocridad (creo que muchas personas comunes podríamos identificarnos con él).

Y, por supuesto, ofrezco mi corazón al trío protagonista: Eren Jaeger, Mikasa Ackerman y Armin Arlet, niños que lo perdieron todo en un ataque traicionero, se convirtieron en refugiados, luego en soldados y vivieron en sus propias carnes el daño que, muchas veces, ocasiona en los hijos la imposición de los ideales y las expectativas de los padres y de la sociedad. 

Si quieren ver el anime, les doy un consejo de amiga: lean el manga primero. Les ayudará a canalizar mejor lo que sucede en la serie. Isayama, al parecer, disfruta llevando nuestros sentimientos al límite, y esto, en versión audiovisual, duele mucho más.

#MamaOtaku #ShingekiNoKyojin #AttackOnTitan

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