Portada de la novela "Cuore", de editorial Garzanti (Wikipedia).
Edmundo de Amicis, autor de la novela "Cuore" (Corazón, 1886), fue un escritor y periodista italiano, nacido en el año 1846.
Mi
compañero, también de Italia, aunque más cerca de los Balcanes, me ha
contado que en las escuelas de su país era el libro introductorio a la
lectura extensa "y sin dibujos" por excelencia.
Leí
"Corazón" cuando tenía 9 años. Mis padres me animaron a
hacerlo porque en esa época estaba mirando un anime clásico muy
famoso, centrado en uno de los cuentos cortos que componen el libro: "De los Apeninos a los Andes"
(Dagli Appennini alle Ande), que cuenta la historia de Marco Rossi, un
niño migrante.
Anna
Rossi, la madre de Marco, es una mujer genovesa de finales del siglo
XIX. Movida por la crisis económica de su país, deja a su familia y
viaja hacia Argentina, junto a cientos de compatriotas, con el sueño de
conseguir un trabajo que le permita dar a sus seres amados una mejor
calidad de vida. Pero, de un momento a otro, no escribe más y a la
tristeza de la separación se empieza a sumar la angustia.
"De los Apeninos a los Andes" es un recordatorio
para los países que ahora son destino de miles de personas desplazadas: alguna vez, sus ciudadanos también sufrieron y se vieron forzados a
abandonar sus hogares para sobrevivir. Hay que tener esto en cuenta, antes de
desear hundir pateras en el Mediterráneo o cerrar fronteras a gente que
necesita ayuda.
Las
peripecias de Marco, contenidas en un cuento corto lleno de diálogos
sencillos, pero esenciales, fue genialmente adaptada a 52 episodios en
el anime, originalmente llamando "Haha o Tazunete Sanzenri" (母をたずねて三千里, Tres mil leguas en busca de mamá), por el estudio Nippon
Animation (Japón 1976). La obra estuvo dirigida por una de las
leyendas del anime: el maestro Isao Takahata (Tokio, 1935 - 2018).
Takahata-sensei
fue un inagotable narrador de lo humano, en sus diversas facetas: desde
la simpleza más sublime dentro de lo cotidiano hasta la miseria más
dolorosa. Así, tras haber fundado Studio Ghibli junto con su colega
Hayao Miyazaki y el productor Toshio Suzuki (el 15 de junio de 1985),
obsequió al mundo una de las obras más bellas y desgarradoras de la
historia del cine bélico: "La Tumba de las Luciérnagas"
(火垂るの墓, Hotaru no Haka, 1988).
Un
hombre con este perfil tomó en sus manos "De los Apeninos a los Andes" y
lo convirtió en "Tres mil leguas en busca de mamá", que en América
Latina, por lo general, denominamos "Mi amigo Marco". Quizás
por esta razón, su interpretación tan japonesa, tan italiana y tan
universal del entrañable Marco Rossi no deja de interpelarnos, aún
después de tantos años.
En el título original, la palabra
'mamá' está escrita del modo en que los niños japoneses llaman a sus
madres: "haha", y no "okaasan", como corresponde a un trato más formal.
La historia, por lo tanto, es narrada desde el punto de vista del
adolescente.
La
humanidad siempre se mueve, en dificultad o bonanza. De no ser por
esto, aterrizando en ejemplos banales, mi compañero y yo, ambos
migrantes, no habríamos coincidido y nuestra hijas no tendrían, como
mínimo, doble nacionalidad.
Lo correcto sería que nadie tuviera que abandonar su casa por miedo o por hambre. Pero, ya se sabe: el mundo no es correcto.
Marco
es cualquiera de nosotros o cualquiera de nuestros hijos e hijas. Es un
venezolano, un afgano, un nigeriano, un libanés, un tibetano, un
bielorruso, un palestino, una joven de la sierra peruana que llega a la
costa, un niño colombiano en movilidad humana que viaja sin protección
de adultos y merece, por lo menos, nuestros buenos deseos, a falta de
cualquier ayuda más eficaz.
Marco representa aquello que, por decencia, nunca deberíamos olvidar.
Para
terminar, les dejo la versión japonesa del opening, que prefiero sobre
la hispana, porque no es un lamento, sino un tributo a la valentía del
niño italiano (empieza con mandolinas) que debe andar por caminos
lejanos, caminos de los Andes (pasa a charangos), para encontrar a su
querida mamá, que ha hecho grandes sacrificios para dar a su familia una
vida mejor.
"Marco: colócate bien el poncho y no te rindas".
"Levati!... Sei tu, eroico fanciullo, che hai salvato tua madre."
頑張って ください!
Comentarios
Anónimo dijo…
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