En perspectiva


Ayer Lucía fue amablemente invitada a escarbar en su pasado y esto le produjo un dolor de corazón de esos que quitan el aire y dejan escurrir un poquito de vida entre los dedos.

Entendió claramente las trampas de los sentimientos. La realidad, la lejanía, por mucha información nueva y museos de Van Gogh, no disminuirán el amor con que se amó al primer amor, ¿para qué seguir negándolo? Eso, aunque racionalmente haya entendido desde hace varios lustros que habemos personas nacidas para permanecer alejadas unas de otras, pues nuestras almas están compuestas por sustancias que al acercarse se vuelven tóxicas y dañinas.

Así, en perspectiva, aprendizaje y biología de lo abstracto. Pero el amor florece en las heridas y hace pensar difuso. Otorga sensaciones de fuerza y alegría peligrosas, pues son ajenas. Envalentona en presencia del ser amado, pero debilita totalmente en su ausencia.

Lucía reconoce: ¿Para esto tanto paliativo? Y sonríe su soberbia pensando en aquellos angelitos imbéciles que colmaron noches intensas desde entonces al hoy, y se pregunta qué les habrá hecho pensar que ella podría amarlos. Quererlos sí, mucho, muchísimo. ¿Amarlos? ¿Con qué mérito? ¿Para qué?

En idas y venidas ha aprendido a conceptualizar su esencia. Cuando amó, no sabía, no podía interpretar. Luego fue tan sencillo: no me gusta que me lleven de la mano por ningún sendero nuevo, sino que me indiquen y yo, tomando aire para vencer el miedo y a mi propio ritmo, avanzaré. Avanzaré sola, me perderé, me encontraré y aprenderé. No conozco otra manera de aprender.

No sé qué nos sucede, mi querida Lucía. No nos gusta que nos acompañen. No nos gusta que piensen por nosotras. No nos gusta que nos señalen un lugar seguro donde debamos permanecer quietas. Sin embargo, disfrutamos de la compañía y nos encariñamos como un gatito, siendo inmensamente felices según la ocasión. Somos tan raras, cariño…

Hace tres años, Lucía supo que, pese al amor, no es saludable vivir los sueños de alguien más, porque los propios se resistirán a morir y la agonía será dolorosa. Hace pocos meses, entendió que no sólo la coincidencia de sueños genera amor.

Ahora, sola y pese a los momentos tristes -cuando la soledad no es tan dulce como en los alegres-, no concibe mejor manera de vivir y llevar su linda carga de ilusiones y esperanzas. ¡Silencio! No debemos interrumpir.
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Ella está en proceso y este proceso no admite extras, ni muertos, ni heridos. Si acaso llegara alguien que merezca un espacio, más le valdrá sabérselo ganar o pasará inadvertido, o será un nuevo ángel de esos a los que se les quiere con todo el corazón, pero si no dan para más, pues no dan para más y ya.

Lucía quiere una verdadera rosa azul. Una rosa azul que pueda ver con sus ojos, no sólo con el corazón.
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(¡Y el p%to “Alejandro” que no aparece de una j%$?da vez!)

Comentarios

Galileus dijo…
Me he identificado con varias de tus frases en este post... de hecho he logrado seguirlo de inicio a fin de un modo más natural, que en otras entregas de "Desde mis ojos" y me he quedado con "pero el amor florece en las heridas"... simplemente genial!

Besos desde Magdalena del Mar!

Galileus.
Anónimo dijo…
Eres tan honesta, tan joven, tan interesantes.. que sigue p'lante, siendo tu.. no tienes que compartir totalmente tus suenos, escritos o pinturas.. (y, menos tu cama), sino seguir siendo tu para que tu alma contenta encuentre, sin saberlo, otra alma que como la tuya tiene sus propios suenos, escritos y pinturas! Besos!

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