A propósito del 28 de julio por aquí

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No soy patriótica. En el colegio, tocaba una de las principales trompetas para la banda de guerra, con la que desfilaban nuestras compañeras ante un grupo de cómodas autoridades, cada día que a algún listo se le ocurriera. Todo un honor hacerlo en 27 de julio, víspera del aniversario de la declaración de independencia, en Perú.

No soy patriótica porque implicaría aceptar una serie de ideas que, como humana y libre, tengo derecho a analizar, discutir, discernir, aceptar, dividir, practicar y/o no practicar. En este preciso momento, por ejemplo, he empezado a generar una especie de tic nervioso, ante una irritante realidad: mi Familia está mirando por la tele toda la parafernalia limeña previa al desfile militar por fiestas patrias. Que si el presidente, que si el general, que si el entrenamiento en el ejército, que si esto o aquello.

Pienso, sin evocar a propósito, en todos los niñitos y niñitas que no pudieron desfilar ayer, porque sus zapatos escolares estaban viejos. Cuántos se habrán desmayado, cansados de esperar su turno tanto tiempo bajo el sol (¿a pan y agua?). Cuántos ni siquiera tienen oportunidad de ir al colegio. Pienso en tantas otras personas que, lo sé, desconocen por completo la importancia trascendental de estos días para el país, y siguen trabajando por una empobrecida subsistencia. .


Y me indigna el condicionamiento a expresar la propia peruanidad usando una escarapela, ese prendedor bicolor llevado en la solapa por muchas patrióticas personas en estos días, incluso por aquellos quienes, ahora mismo, están matando con indiferencia, evasión de impuestos y desigualdad a muchos, a muchas, y tienen el honor de ser entrevistados como “primera plana” en los programas de reportajes.

Sigamos resaltando la puntualidad del presidente García. ..
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Que cada quién viva fiestas patrias como mejor le parezca, no voy a discutir las preferencias personales. Pero no tengo por qué admitir la imposición. ¿Por qué debo ser multada si no coloco bandera en mi casa? ¿Por qué Milagritos, mi ahijada de Chalaco, debe sentirse obligatoriamente peruana, si Perú, lo que formalmente Perú significa, lo que su mamá conoce de Perú, le concede, a manera de favor y por gotitas, un triste acceso a servicios vitales, a lo cuales, supuestamente, tiene derecho?
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Pareciera resentimiento esto mío, pero no es tal. Soy peruana y me gusta serlo, aunque eso genere desconfianza en las oficinas de migraciones del resto del mundo (aún recuerdo el tonito de voz de la cónsul de El Salvador). Disfruto mucho cada detalle de este sitio, aunque no siempre me parezca positivo para nosotros (¡Por favor! ¿Cómo va a gustarnos que las combis no tengan paradero fijo y nos dejen en cualquier lado, si sabemos cuánto riesgo corren nuestras vidas en un sistema de tránsito así de desordenado?... ¿Por qué apoyar el asco a la formalidad y el fanatismo por la viveza criolla, si a fin de cuentas nos mantiene en un círculo vicioso de inseguridad y mediocridad?)

Me choca sobremanera esta tendencia tan básica a generar “amor” por el “suelo patrio” con pura sensiblería. Generarlo a todos los niveles, pero sin mostrar un mínimo de respeto por tantas diferencias culturales, raciales y sociales que pueblan esta demarcación territorial y geográfica llamada Perú…

Como diría Jaime Bayly: yo no soy capaz de amar países, sino personas. Y tampoco soy capaz de odiar países, sino también a personas, a propósito de la vecina que pintó la fachada de su casa con los colores de la bandera chilena (generando todo un problema social, con una cobertura mediática que llegó a darme vergüenza ajena).

Alan García ha empezado su mensaje presidencial... Voy a escucharlo, como buena peruana interesada en saber cómo van las cosas en su nación (¿?).

Intentaré tomármelo con buen humor. . .

Comentarios

Ernesto dijo…
Dejanos ser, sentir y celebrar.

Felices Fiestas Patrias para todos los lectores de tu blog.

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