Losing my Religion
¡Despierta!
Mientras Carola hablaba sobre lo que le parece mejor, sobre la obligación de buscar tranquilidad y por el amor de Dios, mujer, tienes 28 años, déjate de temeridades y consigue algo estable de una vez, Lucía carburaba y carburaba, buscando una respuesta que sonara medianamente lógica y decidiendo, finalmente, suspirar y decir: ya veremos, amiga. Ya veremos.
Lima despierta a las 7 de la mañana, hora razonable. Sin embargo, hoy tuviste pereza. Desde que llegaste, no sentías pereza. Hoy, además de pereza, has dejado encendida la terma (menudo regaño te espera, ay).
Bueno, entonces, a leer, elaborar cuadros de análisis, sistematizar información útil para la organización, y enterarte bien de todos los datos que te hacen falta para dejar de trabajar en estos temas, de una buena vez.
La cooperante española… Que te compre quien no te conoce, Lucía. Que te compre y piense que tienes plata. La lógica es tan simple: si justamente porque eres estudiante de allá, con un ingreso de acá, deben cobrarte medio pasaje en el bus y demás rebajas universitarias. Te cuesta hasta el aire, aunque en Perú no tanto. En Perú puedes morirte de hambre, pero nunca de hastío, ni de soledad.
Oh, la vida… la vida es más grande que tú y tú no eres yo, venías cantando en el taxi, rumbo al banco. Son amables los taxistas. Son amables los policías de la entrada. Son amables contigo las personas sencillas que te cruzas en la calle y sonríes toda orgullosa, evitando pensar (ni se te ocurre, porque eres sonsita para estas cosas) que en realidad podrían estar mirándote el culo.
Una canción
La importancia emocional que tiene esta canción para mí es indescriptible. Es mi padre, es mi mejor amigo, es el momento en que descubrí “hay algo anormal en mí” y acepté: “así soy”. Es el silencio si la escucho en el aire y el eterno respeto. Es el recuerdo de haberla cantado junto a sus creadores, en un reciente concierto, dando saltos de felicidad, pese a ser triste, a hablar de una ruptura, un alejamiento, el modo en que, heridos, nos deshacemos de aquello en lo que creíamos, para protegernos y no sufrir más.
Los sentimientos son universales. Los seres humanos somos criaturas maravillosas…
Oh, la vida… la vida es más grande que tú y tú no eres yo. Todo lo que recorreré, la distancia en tus ojos… Oh, no, hablé demasiado. Lo hice.
Aquí estoy, en la esquina. Aquí estoy en la luz del reflector, perdiendo mis creencias, tratando de mantenerme contigo. Y no sé si pueda hacerlo. Oh, no, hablé demasiado. Pero no he dicho suficiente.
Pensé que te escuché reír, pensé que te escuché cantar… Creo que pensé verte intentando.
Cada susurro, en cada momento lúcido estoy escogiendo mis confesiones, tratando de mantener mi mirada en ti, como un tonto que ni ve ni siente el dolor… Oh, no, hablé demasiado. Lo hice.
Considera esto. Considera esto: la clave del siglo. Considera esto: el resbalón, que traje hasta aquí de rodillas, falló. Qué pasaría si todas estas fantasías vinieran, golpeándome por todos lados. Ahora sí he hablado demasiado…
Pensé que te escuché reír, pensé que te escuché cantar… Creo que pensé verte intentado… Pero eso fue sólo un sueño. Intenta, llora, ¿por qué?, intenta. Pero eso fue sólo un sueño, sólo un sueño, sólo un sueño… un sueño.
Mientras Carola hablaba sobre lo que le parece mejor, sobre la obligación de buscar tranquilidad y por el amor de Dios, mujer, tienes 28 años, déjate de temeridades y consigue algo estable de una vez, Lucía carburaba y carburaba, buscando una respuesta que sonara medianamente lógica y decidiendo, finalmente, suspirar y decir: ya veremos, amiga. Ya veremos.
Lima despierta a las 7 de la mañana, hora razonable. Sin embargo, hoy tuviste pereza. Desde que llegaste, no sentías pereza. Hoy, además de pereza, has dejado encendida la terma (menudo regaño te espera, ay).
Bueno, entonces, a leer, elaborar cuadros de análisis, sistematizar información útil para la organización, y enterarte bien de todos los datos que te hacen falta para dejar de trabajar en estos temas, de una buena vez.
La cooperante española… Que te compre quien no te conoce, Lucía. Que te compre y piense que tienes plata. La lógica es tan simple: si justamente porque eres estudiante de allá, con un ingreso de acá, deben cobrarte medio pasaje en el bus y demás rebajas universitarias. Te cuesta hasta el aire, aunque en Perú no tanto. En Perú puedes morirte de hambre, pero nunca de hastío, ni de soledad.
Oh, la vida… la vida es más grande que tú y tú no eres yo, venías cantando en el taxi, rumbo al banco. Son amables los taxistas. Son amables los policías de la entrada. Son amables contigo las personas sencillas que te cruzas en la calle y sonríes toda orgullosa, evitando pensar (ni se te ocurre, porque eres sonsita para estas cosas) que en realidad podrían estar mirándote el culo.
Una canción
La importancia emocional que tiene esta canción para mí es indescriptible. Es mi padre, es mi mejor amigo, es el momento en que descubrí “hay algo anormal en mí” y acepté: “así soy”. Es el silencio si la escucho en el aire y el eterno respeto. Es el recuerdo de haberla cantado junto a sus creadores, en un reciente concierto, dando saltos de felicidad, pese a ser triste, a hablar de una ruptura, un alejamiento, el modo en que, heridos, nos deshacemos de aquello en lo que creíamos, para protegernos y no sufrir más.
Los sentimientos son universales. Los seres humanos somos criaturas maravillosas…
Oh, la vida… la vida es más grande que tú y tú no eres yo. Todo lo que recorreré, la distancia en tus ojos… Oh, no, hablé demasiado. Lo hice.
Aquí estoy, en la esquina. Aquí estoy en la luz del reflector, perdiendo mis creencias, tratando de mantenerme contigo. Y no sé si pueda hacerlo. Oh, no, hablé demasiado. Pero no he dicho suficiente.
Pensé que te escuché reír, pensé que te escuché cantar… Creo que pensé verte intentando.
Cada susurro, en cada momento lúcido estoy escogiendo mis confesiones, tratando de mantener mi mirada en ti, como un tonto que ni ve ni siente el dolor… Oh, no, hablé demasiado. Lo hice.
Considera esto. Considera esto: la clave del siglo. Considera esto: el resbalón, que traje hasta aquí de rodillas, falló. Qué pasaría si todas estas fantasías vinieran, golpeándome por todos lados. Ahora sí he hablado demasiado…
Pensé que te escuché reír, pensé que te escuché cantar… Creo que pensé verte intentado… Pero eso fue sólo un sueño. Intenta, llora, ¿por qué?, intenta. Pero eso fue sólo un sueño, sólo un sueño, sólo un sueño… un sueño.
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