Adaptación


Hace mucho sin alucinaciones de esta categoría. Hace mucho sin alucinaciones en sí. Hace mucho, simplemente oliendo, disfrutando, pese a no encontrar trabajo, pese a una renta demasiado alta, que nunca debí aceptar (ni pagar). Hace mucho siendo “buena”, esperando la recompensa neutra que da la tranquilidad de las cosas bien hechas, creyendo firmemente, confiando.

Es increíble lo diferente que es la realidad de cada lugar, de cada lugar mío. Tantas diferencias. Tanta desigualdad. Tanta lucha por aquello que algunos considerarían vano, mediocre, sin embargo vital para otros muchos. Caminar por Pardo con los ovarios encogidos, sin poder dar más, sin poder sostener una mirada esquiva, ni sonreír (sólo los locos sonríen).

Es distinto. Personas valiosas que necesitan de mí. Personas que me necesitaron hasta ayer, y no más, pasando en rápido, dejando sólo sombras, sensaciones, recuerdos tan lejanos, tan difusos.

¿Quién, entonces, está aquí adentro? ¿Quién me habla ahora y me impulsa a escribir algo pequeño, sintiendo, tal vez, fuego en los dedos, una conveniente retirada, un hasta luego prolongado que a fin de cuentas, es adiós, adiós simplemente y ya?

¿Por qué tanta pobreza? ¿Por qué el oportunismo de siempre, aunque las bases, aunque la oportunidad tiene las manos ensangrentadas y la billetera reventando de esperanzas muertas y billetes gordos?

No entiendo. No quiero entender. No quiero tener que entender.

Y aquellos con quienes me identifico, a kilómetros y kilómetros…

Me pregunto si todos los seres humanos pertenecientes a este grupo aciago, a este “sur” decorado de eufemismos y romance, debemos siempre, siempre ignorar… Debemos siempre fingir que no sabemos de dónde nos llega la bendición, la comida, la oportunidad, cerrando los ojos a las preguntas, agradeciendo porque no nos queda otra, alimentando egos económicos con gratitud ansiosa, sonrisas sin dientes y fotografías entrañables.

Ni siquiera la filosofía cristiana más pura ignora la dignidad, por si el progresismo quiere buscar culpables.

¿Por qué?

Comentarios

Ernesto dijo…
Importa lo que uno es dentro, no lo que tiene que hacer para caminar.... eso es lo que cuenta, en tanto uno no cambie en lo importante se estara bien.

Y .... yo si sonrio a veces, no puedo evitarlo....
Mamá de 2 dijo…
También sonrién los cobradores de combi cuando los trato bien. Se me quedan mirando con los ojazos abiertos, creo que los pongo un poco nerviosos, pero sonríen con timidez limpia. Caso contrario sucede con algunos policías de los bancos, que son recontra amables, sonríen de oreja a oreja y acto seguido (me doy cuenta) me miran el poto).
También sonrién los que reparten volantes y los mendigos. Todos los demás, no sonríen casi nunca y si una lo hace, la miran extrañados y a veces, hasta con reprobación.
¿Tanto se me nota que soy de fuera?
soleil dijo…
siempre me gusto sonreir a los desconocidos, era como un experimento de buena onda, que segun yo estaba regando en mi camino, me gusta sonreir a los extraños para pasar un poquito de calidez que siempre falta, aveces cuandoe stoy aun de mejor humor busco las miradas de las personas pasando, y por segundos establesco conecciones con extraños que miedosos del desnudo de sus ojos quedan petrificados ante mi repentina mirada en busca de respuestas en ellos... despues malefica como siempre me rio de mi aventura en los ojos de otra persona...es casi casic omo entrar a su alma...

me fascina tu blog primero porque escribes de maravilla, segundo porque me identifico con todo lo que escribes, 3ro xq ya voy 2 años fuera de Peru... 2 años que aveces maldecia y otras bendecia... pese a todo...aun no me encuentro.

saludos ^^
Anónimo dijo…
A veces la sonrisa es la única resistencia que puedo oponer a la mierda del mundo, otras veces son las lágrimas.
Ernesto dijo…
Del autor del que hablabamos cito esto:

What nerds like is the kind of town where people walk around smiling. This excludes LA, where no one walks at all, and also New York, where people walk, but not smiling. When I was in grad school in Boston, a friend came to visit from New York. On the subway back from the airport she asked "Why is everyone smiling?" I looked and they weren't smiling. They just looked like they were compared to the facial expressions she was used to.

If you've lived in New York, you know where these facial expressions come from. It's the kind of place where your mind may be excited, but your body knows it's having a bad time. People don't so much enjoy living there as endure it for the sake of the excitement. And if you like certain kinds of excitement, New York is incomparable. It's a hub of glamour, a magnet for all the shorter half-life isotopes of style and fame.


Interesante, no?...
Anónimo dijo…
Te sigo leyendo.. y como Soleil, me identifico con lo que sientes y escribes! Nos leemos.

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