Días rojos (previos)
A veces no hay modo de dejar a todos felices. Existen prioridades, creo. He tratado de avanzar lo del trabajo, pero también se me dio por poner etiquetas a mi blog. Acabo de descubrir que se trata de una labor ardua, será necesario dejarla pendiente, para el fin de semana.
Sin embargo, no pude evitar leer algunos textos, escritos desde hace más de dos años. En unos me he notado más madura que hoy, en otros, con una tierna inocencia disfrazada de cinismo (fue bueno ser así, aunque pude haberlo disfrutado más, sin apresurar lo que, por sí solo, no quiso apresurarse nunca).
Me ha dado gusto ya no sentir dolor por episodios que, pensé, nunca dejarían de arderme en el pecho. Me ha fastidiado, por otro lado, notar que recién hoy me estoy esforzando por olvidar (pero de verdad) a quien he dedicado la mayoría de mis textos amorosos y de dolor. Así visto, noto con más claridad la magnitud del daño casual, aunque sé claramente que todo entendimiento llega en el momento preciso, ni antes, ni después.
Dios… todo acaba tan pronto y con tal rapidez… Y es imposible hacer feliz al colectivo en pleno. Necesitaba escribir un poquito ahora, antes de seguir con los diseños. Por la noche, a recoger algunas cosas en el mercado, no hay tiempo qué perder. Y llamar a mi madre, que hoy es su cumpleaños, aunque no sé qué decirle. Las madres se dan cuenta de todo y yo no me siento con moral suficiente para hablarle con firmeza y ánimos.
Tampoco estoy triste, simplemente… Pasando un proceso de esos, que hay muchos, que son buenos (de vez en cuando es bueno aislarse). Más la cantidad de trabajo por hacer y yo, escribiendo sin sentido, aunque me gusta. Y me gusta también ese niño que envía e-mails tan bonitos, pese a no saber de qué va (¿o sí?), ni querer saber. Menos mal que pronto me voy, aunque no quiero, pero sí quiero llegar a una casa, cada noche, sin encontrarme allí a una compañera de piso estresada, con ganas de canalizar sus problemas reclamándome por el papel higiénico o el olor a "mi" comida en las cucharas de palo.
El otro día un amigo mío, de Sullana, me mostró fotos de su nueva novia. Le dije que estaba muy guapa y pregunté qué tal iban. Me contestó: “Chévere. Es de Lima, de la Católica. Nos vamos para allá un par de semanas y fácil, cuando me regrese, terminaremos”.
Y bueno, a ver, ¿cómo está eso? Yo acepto que generar y mantener relaciones a distancia es algo que me da prejuicio, pero, pese a que he tragado mucha mierda por culpa de cosas así, tampoco perdería la oportunidad de un nuevo intento, si veo que el chico vale la pena (si es bueno quererlo). Creo que las personas estamos por encima de cualquier circunstancia (pobre y triste romántica, tonta temeraria, me asusta cuando dices eso).
Él respondió que, en este caso, estaban juntos sólo por sexo…
Entonces no es tu novia, sino… Alguien con quien compartes algo específico y no más.
Pero mientras esté conmigo, es mi novia.
Bueno pues. Y así veo andar a muchos y muchas por ahí, consiguiendo enamorad@ porque se sienten solos, porque quieren tirar sin tener que pagar, porque desean olvidar un amor pasado, “queriendo” a una persona nueva, sin importar el daño que puedan ocasionar, porque necesitan un compañero o compañera de viajes, porque no saben estar solos…
No soy una santa, pero… No estoy buscando a alguien que satisfaga una necesidad específica, sino un compañero de verdad, que me dé alegría, en quien poder confiar. Siempre quise eso, aunque me haya hecho la dura, no lo voy a negar. Ahora mismo sé que es difícil hallar a una persona así, entonces, me he retraído y prefiero pasar desapercibida (además, está eso de “no busques, sino deja que te encuentren”, cosa que hasta ahora no entiendo del todo… pensé que la búsqueda era mutua).
En fin, que no se puede hacer feliz a todo el mundo, al mismo tiempo y con la misma actitud. Hay prioridades. Hoy debo llamar a mi mamá, es su cumpleaños, pero después de las 7, que avance un poco más con esto y aquello. Me gustaría estar en casa ahora, aunque quiero a los amigos que tengo aquí y me gusta el niño de los e-mails dulces. ¿Será que amo naturalmente a las personas que se entregan a sí mismas, con cariño, para que otros estén bien, y son felices así, y que adoro saber de los demás, leyéndolos? Debo terminar mi trabajo, de una vez.
Tampoco puedo hacerme mucho caso hoy, es un día de “esos”.
Sin embargo, no pude evitar leer algunos textos, escritos desde hace más de dos años. En unos me he notado más madura que hoy, en otros, con una tierna inocencia disfrazada de cinismo (fue bueno ser así, aunque pude haberlo disfrutado más, sin apresurar lo que, por sí solo, no quiso apresurarse nunca).
Me ha dado gusto ya no sentir dolor por episodios que, pensé, nunca dejarían de arderme en el pecho. Me ha fastidiado, por otro lado, notar que recién hoy me estoy esforzando por olvidar (pero de verdad) a quien he dedicado la mayoría de mis textos amorosos y de dolor. Así visto, noto con más claridad la magnitud del daño casual, aunque sé claramente que todo entendimiento llega en el momento preciso, ni antes, ni después.
Dios… todo acaba tan pronto y con tal rapidez… Y es imposible hacer feliz al colectivo en pleno. Necesitaba escribir un poquito ahora, antes de seguir con los diseños. Por la noche, a recoger algunas cosas en el mercado, no hay tiempo qué perder. Y llamar a mi madre, que hoy es su cumpleaños, aunque no sé qué decirle. Las madres se dan cuenta de todo y yo no me siento con moral suficiente para hablarle con firmeza y ánimos.
Tampoco estoy triste, simplemente… Pasando un proceso de esos, que hay muchos, que son buenos (de vez en cuando es bueno aislarse). Más la cantidad de trabajo por hacer y yo, escribiendo sin sentido, aunque me gusta. Y me gusta también ese niño que envía e-mails tan bonitos, pese a no saber de qué va (¿o sí?), ni querer saber. Menos mal que pronto me voy, aunque no quiero, pero sí quiero llegar a una casa, cada noche, sin encontrarme allí a una compañera de piso estresada, con ganas de canalizar sus problemas reclamándome por el papel higiénico o el olor a "mi" comida en las cucharas de palo.
El otro día un amigo mío, de Sullana, me mostró fotos de su nueva novia. Le dije que estaba muy guapa y pregunté qué tal iban. Me contestó: “Chévere. Es de Lima, de la Católica. Nos vamos para allá un par de semanas y fácil, cuando me regrese, terminaremos”.
Y bueno, a ver, ¿cómo está eso? Yo acepto que generar y mantener relaciones a distancia es algo que me da prejuicio, pero, pese a que he tragado mucha mierda por culpa de cosas así, tampoco perdería la oportunidad de un nuevo intento, si veo que el chico vale la pena (si es bueno quererlo). Creo que las personas estamos por encima de cualquier circunstancia (pobre y triste romántica, tonta temeraria, me asusta cuando dices eso).
Él respondió que, en este caso, estaban juntos sólo por sexo…
Entonces no es tu novia, sino… Alguien con quien compartes algo específico y no más.
Pero mientras esté conmigo, es mi novia.
Bueno pues. Y así veo andar a muchos y muchas por ahí, consiguiendo enamorad@ porque se sienten solos, porque quieren tirar sin tener que pagar, porque desean olvidar un amor pasado, “queriendo” a una persona nueva, sin importar el daño que puedan ocasionar, porque necesitan un compañero o compañera de viajes, porque no saben estar solos…
No soy una santa, pero… No estoy buscando a alguien que satisfaga una necesidad específica, sino un compañero de verdad, que me dé alegría, en quien poder confiar. Siempre quise eso, aunque me haya hecho la dura, no lo voy a negar. Ahora mismo sé que es difícil hallar a una persona así, entonces, me he retraído y prefiero pasar desapercibida (además, está eso de “no busques, sino deja que te encuentren”, cosa que hasta ahora no entiendo del todo… pensé que la búsqueda era mutua).
En fin, que no se puede hacer feliz a todo el mundo, al mismo tiempo y con la misma actitud. Hay prioridades. Hoy debo llamar a mi mamá, es su cumpleaños, pero después de las 7, que avance un poco más con esto y aquello. Me gustaría estar en casa ahora, aunque quiero a los amigos que tengo aquí y me gusta el niño de los e-mails dulces. ¿Será que amo naturalmente a las personas que se entregan a sí mismas, con cariño, para que otros estén bien, y son felices así, y que adoro saber de los demás, leyéndolos? Debo terminar mi trabajo, de una vez.
Tampoco puedo hacerme mucho caso hoy, es un día de “esos”.
Comentarios
Saber que queremos y a que estamos dispuestos es un ejercicio contínuo por que todo cambi siempre.
Nos leemos.
Los post que me agradan más son aquellos en los que nos regalas una foto tuya....como el buen vino.....
Por cierto, entre mariposa y angelito, la Angela que tuve la suerte de conocer oscila como un pendulo.......y en cada instante de tu oscilar eres ideal...
suerte tía, que los dioses te sonrian ........ y, ojala te sobre siquiera un instante en tu paso por esta gris ciudad...
Angela, un abrazo.
Amigo peregrino, si yo no hubiera intentado jugar del modo en que mi amigo juega, no sabría que es dañino, por ello me conmovió y me dio tristeza.
Por otro lado, soy una cruel detractora de los eufemismos y me encanta llamar a las cosas por su nombre, aunque éste sea crudo. Al menos, así ya sabemos bien en qué estamos metidos y no malogramos otros conceptos.
También es verdad que me duele el modo en que las relaciones humanas se relativizan, cuando cada experiencia y cada paso podría, sin mucho esfuerzo, ser enriquecedor y bonito. Pero en fin, quien puede con ello, que lo asuma.
¡Un abrazo!
Me gusta cómo escribes.
Me gusta tu "yo" interno (con días rojos o sin ellos).
Gracias a todos por sus comentarios!