Belleza


¿Estás buscando algo bueno, mi niña? ¿Estás esperando que el príncipe de los cuentos tontos que a todos nos cuentan cuando somos pequeños, venga por ti y te rescate de ti misma?

No… No va a venir, no existe.

Seca tus lágrimas y olvida que has hecho mal. Tienes el atenuante de no haber dañado a nadie aún, o casi, pero sin querer, porque de haberlo sabido, seguramente no lo habrías hecho.

Seca tu lágrimas, deja de sollozar y mira qué bonito es esto, y esto otro. Mira tus dedos dando forma a tu corazón, a tantas personas que te quieren bien. Mira lo que ha producido tu cabecita todo este tiempo, entre distracciones.

No te enorgullezcas de lo que has hecho, sino conserva esa sencillez que nos hace corresponder con calor a tu sonrisa. Pero míralo y reconoce que no es malo, que es bonito, que ayuda.

Recuerda esos ojos tan negros y achinaditos, que brillan con ilusión al verte llegar, pese a todos los días y meses que le haces esperar. Recuerda que te llaman “hermanita” o “angelito”, aunque creas que vives metiendo la pata todo el tiempo.

No todas las personas fueron hechas para recibir tu corazón y todas las personas del mundo pueden equivocarse y hacer daño. Sin querer o queriéndolo incluso, que te dé igual. Las heridas se curan con el tiempo, pero no puedes provocarte dolores más grandes con tus propias manos, porque no es justo para ti, ni para quienes te queremos.

No reniegues, pequeña testaruda. Los demás sí importamos cuando buscamos tu bien. Sabes que estamos cerca, por si te ocurre aquello que antes solía ocurrirte, cuando entrabas en momentos oscuros y sólo buscabas oscuridad definitiva, para acallar el llanto de tu corazón.

Los niños rezan por ti, todos los niños, cuando piden a Dios que proteja a la gente buena y dé sabiduría a quienes están errando. ¿Ves cuántas oraciones? ¿Puedes sentirlas?

Ya no llores, llorona. Se te va a malograr la carita y las cremas de belleza no pueden disimular las cicatrices que dejas crecer en tu rostro. No llores, porque nadie se ha muerto. No llores porque tu corazón sigue latiendo, aunque tengas un nudo grande en la garganta y creas, por enésima vez, que todo se acabó.

¿Ves que todas las veces que creíste haber acabado, aún no era el final? Ahora tampoco. Mañana tampoco.
Además, tú misma me dijiste un día que era bueno que algo termine del todo, bien o mal, qué importaba. Que era bueno que algo termine del todo, porque así podías empezar a andar, sin voltear a mirar para atrás.

No vale la pena olvidar por algunas horas, si sabemos que con el tiempo olvidarás igual y sin temblar por las noches, y sin perder tus sueños, y sin necesitar de susurros amorosos que no son tales, y sólo han conseguido llenarte de soledad.

Yo me equivoco muchas veces, pero nunca te diré una mentira, ni siquiera para que te duela menos. Porque te quiero, evitaré hacer cosas que podrían dolerte, para luego no tener que mentir. Y si no puedo, te diré la verdad, aunque no entiendas, pequeñita mía, aunque no quieras hablarme por algún tiempo. Ya sé que eres así y ya sé que se te pasará, porque sé que me quieres como yo a ti.

Corazoncito mío, levanta la carita, sécate las lágrimas, por favor. Que no te duelan las sienes hoy, ni nunca, salvo sea porque has estallado de felicidad.

Quiere como sabes querer, no tengas miedo. Yo te correspondo. Nosotros, tu gente, te correspondemos. La gente sin malicia también. La gente que apenas te conoce, corresponde igual, porque ese brillo de tus ojos los hechiza.

Si te dañas, se dañará tu espíritu y confundirás lo bueno de lo que está mal, más de lo que sientes que ya lo confundes ahora. Pero no estás perdida y no estás sola. Aquí estoy. Aquí estamos. Nos tenemos entre todos, hombros, brazos, piernas, ojos. Aquí estamos.

No duermas con dolor esta noche, porque mañana debes despertar agradeciendo el día nuevo, el cielo, el techo y las frazadas que te cobijan, y todas las imágenes que viajando, trabajando, celebrando y equivocándote, has podido guardar. Todo eso que es tuyo, que nadie podrá quitarte nunca, que te sopla las palabras dulces o amargas que a veces dices, que te hace ser tú.

No duermas llorando, porque tu carita estará hinchada en la mañana y te arderán los ojos. No duermas llorando, porque no podrás tener sueños bonitos. No duermas llorando, porque esta vez, aquello que te hizo llorar, tampoco lo merece y… pronto pasará.

Descansa, mi niña. Descansa recordando lo bueno que te ha pasado el día de hoy.

Un besito.

Comentarios

Anónimo dijo…
un besote
Anónimo dijo…
El problema de la belleza es cosa seria. A mi me pasa con la caída del cabello. Ahora uso el shampoo anticaida aquí va el link www.stopcaida.com.mx
Saludos
Karina

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