¿Abdicar?
Anoche mi avecilla se dejó acariciar por un rato y eso me hizo feliz. Una amiga estuvo conmigo hasta la madrugada, procuré no llorar, ni hablar de temas tristes, sino de sueños, de Munich, de cosas que dejo de lado y otras que me asustan, pues podrían obligarme a optar por un cambio en mi vida que ya había descartado.
Me pregunté por qué dejar lo que me ha costado conseguir, si será para vivir un sueño que no es mío, y en el cual soy constantemente violentada.
Quise vivir en un lugar con éste, con todos los colores del mundo, y ser feliz en compañía del cielo.
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Soñé que moría, pero no fue verdad. Desperté con fiebre, pero no había dolor mientras me mantuve horizontal. Cuando me puse de pie (debía alimentar a mi mascota), sentí una punzada en el pecho que produjo todas las lágrimas tontas que se pueden llorar al amanecer, y me di cuenta de lo débil que mi cuerpo estaba.
Ahora, simplemente, me pregunto: ¿Merecemos esto?
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