A mi amor...

Soñé que éramos felices, una nueva noche de fantasías y tristes despertares, llena de angustia, el día de hoy, desde que me dejó. Tal vez no sea sano escribir ahora, pero quiero hacerlo, pues por lo general me ayuda a dejar mi mente más clara, y las ideas no se pueden escapar.

He pasado los últimos 4 días en cama, enferma de tanto fumar, fumando de tanto dolerme, dolerme el alma, la culpa, el corazón. He hablado con amigos, parientes, sicólogos y curas. También he hablado con Dios, Quien nunca responde de inmediato, ni con palabras sonoras, pero sí coloca en el camino los medios que necesito para estar bien (o menos mal).

Dicen que no me quiso de verdad, que no se enamoró, que el amor no fue fuerte. No es verdad que no me haya querido, lo hizo a su modo, tierno, con detalles, con búsqueda incansable de mi bienestar inmediato. También me quiso con su devastadora franqueza, que tantas veces me hizo preguntar al Cielo: ¿si le soy tan defectuosa, por qué sigue conmigo? Me quiso como sabe querer, con errores y muchas virtudes, con toda su dedicación dedicada a hacerme bien, para devolverle bien.
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Pero no puede devolverle bien todo el tiempo, pues me sentía sola, triste, insegura. En él confiaba como en ningún otro, pero muchas veces le pedí que no jugara con esa confianza, que lo pareciera además de serlo, que no me hiciera sufrir. Él no me hizo sufrir a propósito, pero casi sin darme cuenta, al cabo de pocos meses, mi corazón estaba lleno de llagas. Un corazón herido necesita tiempo y mucho amor para recuperarse. Él me daba su amor desde lejos, por algunas horas en la semana, pero mis heridas, justas o no, seguían allí.
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Entonces, le pedí perdón por todas las ofensas que pudiera haber hecho. Él sintió demasiadas, más de las que dije, más que todo lo que dije durante el último mes. Él llegó a no querer entender la buena intención de aquél comentario sobre su futuro trabajo, dejó de creer en mi amor...
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Hace más de una semana, el hombre al que más he querido me dijo que no quería seguir conmigo, que mis miedos lo habían cansado, que tal vez lo “corrí”, que las cosas no iban a mejorar pues mi inseguridad me superaba y que dicha determinación, pensada ya desde hace un mes, no tenía marcha atrás.

He hecho lo que ninguna mujer debe hacer cuando le dicen que no la quieren querer más: llorar pidiendo una oportunidad, un chance, apelar al gran amor que, en teoría, nos teníamos, e implorar para que se me deje demostrar que puedo no tener miedo, que pese al miedo puedo ser fuerte, que una vez aclarados todos los malos entendidos, generados en discusiones a través de messengers fallidos y llamadas cortas, por falta de presupuesto, las cosas podrían ser mejores…

Pero no. Él, además de lo dicho, tiene muy en claro que el “nosotros” se ha arruinado, que nada de lo construido hasta el momento ha sido bueno, que seguimos siendo personas valiosas, por separado, sin funcionar como pareja.

Quedé desolada…

Yo tengo muchos defectos, lo sé. Me tomo las cosas demasiado a pecho y me cuenta decidir, pues son muchos los aspectos que he de considerar antes de optar. Es mi vida, es lo que me toca, son mis responsabilidades y no me les corro.

Mi bien amado ha visto mi alma como nunca nadie la vio antes. Ha visto mis fortalezas y mis temores, ha visto mis demonios y mis ángeles, me ha visto por entero, desnuda, suya… Quiso hacer de mí una mejor persona, cuando yo sólo necesitaba de su apoyo y compañía. Su carácter no le ayudó a entender que no debe arreglarle la vida a todo el mundo, que basta con estar presente. No pudo “resolver mis temores”, entonces se asustó y huyó.
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Sin embargo, amor mío, no sabes cuánto más te quiero al conocer tus debilidades, no sabes cuánto más quiero estar a tu lado, no sabes cuánto más te amo y cuánto más me cuesta aceptar que ya estás muerto, que no hay esperanza, que se terminó.

Mi pequeño ya no quiere estar conmigo. Mi niño precioso me ha alejado de sí. Mi chiquito bonito nunca más estará allí, no volveré a ver sus ojos al despertar, ni sentiré su olor.

Conservo a mi familia adorada, a mis amigos, mi trabajo bonito y mis facultades, aunque me siento débil y coja. Ya no tengo miedo, pues he perdido a mi valioso complemento. Vuelvo a estar sola y sé cómo es esto, lo puedo manejar. Pero he perdido a mi compañero, la alegría de mi corazón, lo que tanto temí perder. Ya no tengo miedo.

Te amo, tengo el corazón desagarrado, los ojos secos, el rostro marchito y siento menos carga, pero esa "carga" me hace falta, corazón mío, me hace falta...
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Qué lástima, nunca pensé que también tendría que borrar tu recuerdo.

Te amo. Adiós.
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Comentarios

Marea dijo…
Tu situacion es la peor en la que uno puede estar, pero ya sabes con el tiempo todo pasa, a veces toma mucho tiempo pero un dia despertaras libre, eso si recuerda como decia mi abuela ..."ni comida recalentada ni amor reconciliado"
Mamá de 2 dijo…
Marea, gracias por tu visita y por tu apoyo. Sólo Dios dirá qué pasará después, pero hoy me siento mejor que ayer.

Un abrazo!
ekklesia dijo…
Hola mi nombre es Juan Marcos, Chileno. Llegue a tu pagina por accidente, y luego de revisar tu blog, este mensaje tuyo me llego. Es admirable el sufrir y reconocer lo debil que te sientes al tener una perdida asi, y hoy aunque la herida este abierta y la visión algo nublada, vives un momento de renaciemiento y de crecimiento espiritual. Tus palabras reflejan algo de lo que esta compuesto lo mas puro del amor y para descubrirlo fue necesario el dolor, pero no temas el dolor aunque desgarra es el mejor compañero y nos muestra la sabiduria de la vida y el sentido para lo cual fuimos hecho.

Juan Marcos.
juanmarcos777@hotmail.com
Llegue a tu post y luego de leer lo que hay en tu corazon puedo decirte que no has perdido, has ganado porque como dices al final ya no tienes miedo o sea que estas lista para volar sola. Asi que sacude tus alas y vuela alto...

Besos de mariposa

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