Without you, Adrian still hurt...

So… el olvido no fue real. Lo supe anoche, cuando sentí miseria al tratar de alcanzar con mi mano el lugar donde Adrián solía dormir al principio, en un colchón, junto a mi cama, y no le encontré. Por enésima vez, desde que se fue, no le encontré.

Me había deshecho de todos los recuerdos, pero sólo tiré a la basura las fotos impresas. La rosa que debí pagar a falta de sencillo, en Lima, la tarjetita esa con el hijo del gato de Silvestre diciendo: “Y pensar que pudimos no habernos conocido… ¿te imaginas de lo que nos estaríamos perdiendo”?, la carta –única carta-, donde me entregaba el corazón, y sobre todo, la enorme y fea coneja de peluche, “Conejita” a sugerencia suya, seguían por ahí, en uno de los armarios. Los recuperé.

Recordé que me regaló a Conejita para no sentirme sola. Me sentía sola, pese a Dios, por eso la traje conmigo, y conversé con ella. Le conté la historia de un amor fugaz, que fue amor y que ella existe gracias a todo ese enredo emocional. Le dije que era un recuerdo de un joven que me había tratado como a una princesa y, pese a que después de un tiempo todo se fue al diablo, porque forzamos las cosas y tratamos de mantenernos juntos en la distancia, esas pocas horas no saldrán de mi corazón. Quizás el tiempo las vele un poco, como ha velado tantos otros recuerdos, pero no saldrán, lo sé.

Por lo menos ahora sé que no se olvida a alguien creando ilusiones con otro muchacho, y es definitivo. Ya se me hacía raro lo mucho que tardé en olvidar a un ex anterior, estando sola y sin ninguna propuesta interesante. En todo caso, ahora que me toca enfrentar un par de desasosiegos amorosos, sola otra vez, lo haré como Dios manda y sin cartas bajo la manga, entonces, al final, todo estará mejor que ahora.

Con respecto a mi conversación vía msn de ayer, con el gringo, tuve la prudencia de guardarla y he descubierto que él piensa que me ha roto el corazón, lo cual le extraña, pues nunca estuvimos juntos. Es que le dije: “¿Acaso tienes miedo de irte, dejándome enamorada y con el corazón roto? ¡Pero si ni siquiera sabemos si nos vamos a enamorar o no!”… Claro, como el hombre no es hispano hablante, no entendió. He aquí la verdad: no tengo el corazón roto, pero sí estoy emocionalmente desilusionada y racionalmente decepcionada.

Además, siento curiosidad por saber qué es eso tan malo que él podría hacerme dentro de un par de meses, motivo por el cual acabó dando por absolutamente terminado el asunto, porque se conoce… pero la curiosidad mató al gato, y yo soy un gato que ya lleva 4 vidas menos… me quedan 3 y debo cuidarlas mejor, sin dejar de correr riesgos, que si no, me aburriría como esfinge bajo la arena.

A trabajar.
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"Pero como tú bien dices, la señora realidad es la verdadera gran triunfadora de todas nuestras batallas. Y quizás a veces se venga de nosotros porque no le rendimos el culto que ella exige de las personas realistas".
De una de las tantas cartas de Fernanda María, a Juan Manuel.
Alfredo Bryce Echenique
La Amigdalitis de Tarzán

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