Cosas de esas que llaman la atención

Hace una semana asistí, toda entusiasmada yo, a una reunión-taller que organizó la Coordinadora de ONGD de Navarra. Temática: las ONGD y su participación en los medios de comunicación.

Interesante, aunque he de admitir que mi anarquismo crónico no me permite aceptar con una sonrisa sincera todo lo que por estos lares se dice de la imagen y participación de los “actores del Sur” en propuestas originadas en el seno de sus comunidades, para alcanzar su propio desarrollo (¡Y olé!).

Me pone nerviosa que se hable “del Sur”, en tercera persona, siendo yo del Sur. Y me pone más nerviosa aún el hecho de que tampoco les interese conocer diferentes puntos de vista, aprovechando la interculturalidad, porque es más fácil decodificar el mensaje que trae un cooperante europeo de algún viaje humanitario, que preguntar a quien ha nacido y lleva años viviendo lo que Naciones Unidas sabe muy bien traducir en cifras y buenas intenciones.

Miento, sí que aprovechan la interculturalidad, cuando el interlocutor intercultural está dispuesto a asombrarnos con historias de tráficos continentales, abusos, endeudamiento, prostitución y pateras. Los demás, acaso deberíamos sentirnos culpables por tener tanta desigualdad en nuestros países. En parte de ello estoy de acuerdo: somos culpables por no ocuparnos de saber y sabiendo, somos culpables por omitir.

Aún así, somos (y son) más de lo que las ONGD y sus cooperantes pueden contar. Hace falta análisis, dije. ¿Por qué un medio de comunicación de Navarra desconoce los programas de intercambio de estudiantes latinoamericanos, asiáticos y africanos promovidos por las universidades locales? ¿Cómo es que no se logra un mensaje de interés universal respecto a movimientos por la conservación del medio ambiente, equidad de género, violencia, terrorismo, etcétera? ¿Acaso la biosfera amazónica sólo interesa a Perú, Brasil, Colombia, Ecuador y la Sociedad Zoológica de Francfort?

Observo algo decepcionada (pese a no haber esperado nada nuevo) que el afán de diferenciación existe a todo nivel, hasta entre aquellas personas que luchan contra la discriminación. Creo que “el futuro” está ahí, entre los hijos de los inmigrantes que están ahora en primarias europeas. La humanidad habrá dado un gran paso hacia delante cuando en la descripción de una persona se omita, inconscientemente, su procedencia étnica. Hay mucho por recorrer.

Hoy me quedo con un comentario desafortunado de un periodista radiofónico, contando a oenegeros y oenegeras presentes la premura del día a día y la lucha por titulares llamativos. Es que los medios, a fin de cuentas, son empresas. Y agregó, todo entusiasmado: “Así como ha hecho la organización ______, que llevó una donación de uniformes y equipo deportivo a un grupo de niños en El Congo y les hicieron un vídeo cantando el himno del Athletic en euskara.”

Aquí la prueba del delito:
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Espero que estos niños no estén aprendiendo la geografía mediterránea fragmentada, que ya bastante tendrán con sus conflictos internos (los cuales, por cierto, llevan más de diez años a todo fuego, sólo que la cobertura mediática está gobernada por altísimos intereses y anda mete la nariz donde no te llaman, para que veas lo que te pasa).

No negaré la ternura que el documento ha despertado entre la gente de a pie, sobre todo si son fanáticos del Athletic de Bilbao. Visto desde ese punto, la cosa, además de anecdótica, ha servido para llamar la atención de personas que, a partir de ahora, al menos saben en qué parte del continente africano está El Congo.

Pero el trabajo de sensibilización de las ONGD y la cobertura de los medios no deberían quedarse en anécdotas. Como ex – encargada de sensibilización en un gran programa de desarrollo social, puedo decir que terminé cansada de las exigencias de señalización de la Cooperación Internacional: Que el huevo estrellado aquí y allá, que en huevo estrellado en todas partes. No sólo se trata de escribir el nombre del financiador, también hay que resaltar sus colores institucionales. No sólo son los colores y el logotipo, también hay que señalizar cada acción. No basta con señalizar cada acción, los beneficiarios deben aprender quién es quién y anda, repite el jodido parrafito en cada reportaje, cada nota, cada crónica, cada folleto, cada entrevista, cada publicación al aire, que si no el financiador se enfada y ve tú a saber qué nos hará, pues los designios del financiador son misteriosos.

Aburrida de tanta mierda marketera en pro del desarrollo humano estoy. Tal vez por eso, las ganas de decirle al periodista aquél que el mundo no es Navarra y que se le está atrofiando el criterio, por falta de ejercicio.

Afortunadamente, la náusea fue colectiva. Y como éramos todos, de un modo u otro, “trabajadores sociales”, pudimos decirlo bonito. Jodido, pero bonito.

En todo caso, he de admitir que mi rechazo ante el vídeo en cuestión fue, de arranque, visceral. Por ello, me limité a sonreír complaciente cuando me lo contó el amable cantinero que me fía los cafés a media mañana, todo esperanzado en que alguna vez hagan lo mismo con el Osasuna (y no me quedé calladita y linda porque me esté volviendo toda una dama con los años, sino que tampoco hay derecho a ir por el mundo rompiendo sanas ilusiones a la mala, sin haber pensado bien los argumentos, digo yo).

Ya sola, aquí y habiendo amainado la pasión (en gran medida), puedo analizar el documento teniendo en cuenta más detalles:
  1. No tiene nada de malo que los niños canten el himno del Athletic, mucho menos que alguna cooperante vasca se los haya enseñado. Una enseña las cosas que sabe, a mí también me ha tocado (y sí, me hice un lío reinventándome la Cenicienta con trabajo duro, justicia social y enfoque de género, pero ahí está, se la creyeron las niñas de Palo Blanco).
  2. La idea de grabarlos uniformados y cantando, para colgar en Youtube y compartir, está genial, seguro que a ellos les ha gustado verse, además (estas huevaditas también me hacían feliz de niña). Dudo mucho que en este caso se les haya obligado. Condicionado, sí, pero es que casi todas nuestras acciones están condicionadas por algo, así que melindrosa tampoco me voy a poner.
  3. Desafortunadamente, el material no se ha aprovechado para contar más cosas sobre el Congo y la realidad de esos niños, en el soporte digital (si no, miren los comentarios que han dejado en Youtube). Obligar a los internautas a leer y culturizarnos un poco no vendría mal, vaya.
  4. La intromisión de la televisión: aquí empieza la movida. Se hacen reportajes nada serios y el hecho se presenta como anecdótico. Queda una sensación bonita en el pecho pero, según he percibido, muy poca aptitud de acción (es que todos están preocupados por la crisis y eso de pelearse con los gobiernos poderosos del mundo por tener comprados/asustados a las autoridades tercermundistas -y jodidos a sus países-, como que no es prioridad).
  5. La ternura y demás sentimientos de ese tipo no generan, en sí mismos, una reflexión razonada.
  6. La ternura y demás sentimientos de ese tipo no suelen evolucionar a actitudes que requieren mayor implicación personal: empatía, pertenencia, afinidad, respeto. Sin esto, la certeza de una igualdad universal (por el hecho de ser humanos y, por ello, inteligentes y dignos de) no se manifiesta, y el movimiento emocional se convierte en caridad.
  7. La caridad es buena, buenísima, pero no puede ser sistémica, generalizarse como el método corporativo de interacción entre naciones, pues demarca claramente la posición de superioridad (quien da) e inferioridad (quien recibe). Y no, el mundo no necesita más de eso. Lo que hace falta es justicia.
  8. ¿Por qué en algunos lugares del planeta, hasta los modelos de uñas ganan mucho dinero si sus imágenes dan vueltas por ahí, y en el caso de estos niños, ya les vale con implementos deportivos que en Bilbao no se usarán más? Ya lo sé, es que el fin no es publicitario, pero eso no quiere decir que la imagen deba tratarse con menos respeto y cuidado. Además, sí es publicitario de algún modo, no nos hagamos los inocentes.
  9. Un conflicto bélico cruel se ha trivializado, sus causas (y causantes) se mantienen invisibles. Los nombres se conocen entre unos pocos, gente, por lo general, perteneciente a ONGD. Los medios de comunicación masiva, en este caso, no se hacen notar.
  10. Un periodista de radio está de acuerdo en que algún sector del mundo debe llamar la atención de ésta manera. Me da miedo pensar en el grupo social al que representa. Así visto, no estamos para jactarnos de la disponibilidad actual de la información, pues a fin de cuentas la gente ve lo que quiere ver, sin más.

Habría sido muy fácil enlazar el donativo del Athletic con una esperanza (si es que no se ha hecho ya). Que estos chicos no serán niños-soldado, por ejemplo, y explicar por qué…

Me gustaría poner algún enlace al conflicto de El Congo y temas relacionados al África, pero en estos minutos no he podido encontrar nada escrito por algún congoleño o congoleña, colgado en la Web. Seguramente hay, no habré buscado bien. No voy a convertirme en un intermediario más, ya estoy hasta la coronilla de intermediarios de “la voz del pueblo” y clichés de esos. Me voy a tomar aire. Dicen que mañana nevará.

Comentarios

Mamá de 2 dijo…
Sí, es una pena que nos ocupemos de rencillas locales si al final la espiral de la discriminación asciende y asciende...

Los Prisioneros... Gran banda.
Anónimo dijo…
Hola Ángela,

Te venía siguiendo desde el blog de Martin V ;)

La intolerancia, la ceguera, la ignorancia, la incomprensión, el desinterés, en cada rincón de esta mustia España, si te sirve de consuelo, no se da sólo hacia las personas de otras culturas o razas.

Por experiencia, me he encontrado con todo ello siendo tan sólo un viajero de interior. Cuando alguien no tiene argumentos, se inventa la intolerancia, cuando uno no desea conocer, crea el miedo. He vivido en lugares tan distantes como Vizcaya y Vitoria, Alicante y Salamanca y en todas partes la estadística nos regala siempre manojos de idiotas y puñados de intolerantes. Con que les digas de dónde vienes ya tienen la excusa para desinteresarse por ti o para rechazarte. Es el mecanismo de la ameba :)

Por cierto, mi madre vive en Navarra...

Un abrazo sinceramente solidario,
Juan Navidad
Mamá de 2 dijo…
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Mamá de 2 dijo…
Hola, Juan. Bienvenido. Largo camino hasta aquí, ¿verdad?... Hasta los comentarios, quiero decir, que últimamente me estoy enrollando mucho y salen unos post larguísimos.

Tienes razón en lo que dices y te agradezco que lo hagas notar. La confrontación entre zonas y la exclusión resulta muy marcada aquí, difícil de entender para mí a veces, porque en mi país la principal diferenciación de grupos sociales está determinada por el poder adquisitivo, no por la procedencia (no tanto, al menos... si se viene de la sierra y se tiene plata, de algún modo se entrará al Country Club, aunque luego ningún rancio costeño de esos te invite a fiestas privadas).

Sin embargo, ocurre un fenómeno contrario respecto a "lo externo", "lo de fuera". Allá, el extranjero genera curiosidad en las personas y casi siempre es acogido con respeto, aunque algunos grupos muestren mayor o menor prudencia al acercarse o "mezclarse" con él (o ella, dado el caso).

Y "lo externo" puede ser alguien de un barrio lejano de la misma ciudad...

Aquí veo que sucede lo contrario. En el País Vasco y Navarra, al menos, una vez que te han dicho educadamente hola, son capaces de dar la espalda y seguir conversando con el de al lado. Algunas personas lo hacen más que otras. Las mayores, mucho menos. Y quienes se mueven en mi mundillo, a veces sí y otras, no tanto.

En fin, costumbres.

Yo he de admitir que tampoco estoy con la actitud más receptiva del mundo estos meses y me va bien con las personas que me interesan, sin más. Hay que darse el gusto de escoger de vez en cuando.

Te abrazo también.
Anónimo dijo…
Hola de nuevo,

Aprovecho que has respondido tan rapidísimo para contarte más cosillas :)

De todos modos, yo veo en el País Vasco muchas diferencias entre unas ciudades y otras. Por supuesto, no se puede generalizar, pero yo personalmente no me encuentro a gusto en San Sebastián, donde se le da tanta importancia a la apariencia que puede llegar a ser algo enfermizo. En Bilbao he estado -he vuelto más bien- hace un par de semanas y tienen un carácter muy abierto y afable, es un sitio donde es fácil encontrarse a gusto. En Vitoria, donde viví 10 años, tengo grandes amigos/as, pero para mí siempre fue una ciudad fría, no sólo en lo climatológico. Voy menos a Pamplona, pero yo la veo parecida a Vitoria, mientras que en los pueblos hay gente más abierta, aunque hay muchísimas diferencias de un pueblo al de al lado.

De todos modos, en Argentina, la diferencia entre los porteños y el resto es muy importante, ¿no?

j.n.
Mamá de 2 dijo…
Hola de nuevo, Juan.

Tienes razón respecto a las diferencias entre las personas y ciudades del País Vasco. Yo en Bilbao me siento muy a gusto, pero he de admitir que allí suelo relacionarme con gente que está más bien metida en el mundo del desarrollo social y la cooperación internacional. Entonces, por vocación o a la fuerza, deben ser un poco menos "cuadriculados" que el promedio, aunque también se hacen acreedores de una serie de vicios con rótulo propio, que en todos lados se cuecen habas y al final somos humanos.

Lo mismo con los porteños y el resto de Argentina, o los limeños y el resto de Perú.

A fin de cuentas, no se trata de ignorar las diferencias, sino de no permitir que éstas generen discriminación.

Un abrazo y nuevamente gracias por tu comentario.

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