Violinista en el Tejado
Mis padres la vieron tantas veces que yo, aún pequeña, tarareaba las canciones y sabía cuál venía luego. Cuando me dejaron verla, a una edad en que mi aburrimiento no faltaría el respeto a tal obra de arte… para qué negarlo, me aburrí.
Hasta que, poco a poco, fui dejando mis prejuicios de niña mimada, empecé a leer los subtítulos y traté de entender esta historia de campesinos judíos, radicados en una aldea llamada Anatevka, en la Rusia del final de los Zares. Me conmovió.
Hasta hoy, “Violinista en el tejado” (Estados Unidos, 1971) es una de mis películas favoritas, no sólo por la cinta en sí, historia que inicialmente fuera representada en Broadway, sino que muchos de sus momentos dieron lugar a conversaciones familiares. Casi no consigo ver a Topol bailando en el establo, sin recordar a mi padre, o la danza en los rusos en la taberna, sin pensar en mi madre.
La película casi se convirtió en un referente entre amigos, ya en la Universidad, cuando poquísimas personas sabían de su existencia, y no entendían las bromas de mujeres aderezadas con el estribillo “matchmaker, matchmaker, make me a match”… Una elite agradable, de amores fraternos que perduran hasta hoy.
No sigo, pues no consigo analizar “Violinista en el tejado” sin hacer referencia a mi propia historia y afectos, así que muchos datos técnicos no saldrán de aquí. Pero sí que es bueno verla; la música es espectacular y ya clásica; la historia es dulce, cruda, real y conmovedora.
Hoy encontré este vídeo en YouTube y ha traído a mi corazón imágenes de las personas que más he querido –y quiero- en todo el mundo. Vean el simpático y brutalmente realista final de esta escena.
Traduzco la canción, a mi modo.
“Querido Dios, hiciste mucha, mucha gente pobre. Yo sé, por supuesto, que no es una vergüenza ser pobre… ¡Pero tampoco es un gran honor! Entonces, ¿qué tan terrible sería si yo tuviera una pequeña fortuna?”
Si yo fuera rico… cantaría todo el día.
Si yo fuera un hombre adinerado, no tendría que trabajar duro.
Construiría una casa grande con habitaciones por docenas, justo en el centro del pueblo, con un fino tejado y pisos de madera. Con una larga escalera sólo para subir y otra, para bajar. Y otra para nada especial, sólo para mostrar…
Llenaría mi granja de pollos y pavos y gansos y patos, para que el pueblo los vea y escuche, como una trompeta en el oído… Y la gente diría: “allí vive un hombre adinerado”.
Si yo fuera rico… cantaría todo el día.
Si yo fuera un hombre adinerado, no tendría que trabajar duro.
Vería a mi esposa, mi Golde, como lucen la mujeres de un hombre rico: gordita, supervisando la preparación de las comidas que le provoquen. La veo dando órdenes a los sirvientes noche y día, con aires de pavo real… Oh, qué feliz sería ella…
Los hombres más importantes del pueblo vendrían a pedirme consejo, pues sería tan sabio como Salomón. “Disculpe, Señor Tevye…”, “Si gusta, Señor Tevye…” ¡Planteando problemas que cruzarían los ojos de los rabinos!
Y no habría ni la más pequeña diferencia si respondo bien o mal, porque cuando eres rico, todos piensan que realmente lo sabes todo.
Si yo fuera rico tendría el tiempo del que ahora carezco, para ir a la sinagoga y rezar. Y tal vez me gane un sitio en la Pared del Este. Y discutiría los libros sagrados con los hombres instruidos, varias horas, cada día… Eso podría ser lo más dulce de todo.
Si yo fuera rico… cantaría todo el día.
Si yo fuera un hombre adinerado, no tendría que trabajar duro.
Tú, Señor, que creaste al león y al cordero. Tú que decretaste lo que soy, ¿arruinaría algún plan eterno que yo sea un hombre adinerado?
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Comentarios
En contraposicion a esta clase de cosas siempre tenemos gente que tiene una vision algo distorsionada del mundo este ya es antipatico!!!!
te felicito por el blog
Dävid
Gracias por tu visita. Lo mismo a Ernesto.
Saludos,
Creo que una de las partes más geniales es la canción "si yo fuera rico",
cuando mis jornadas de trabajo eran extenuantes, o tenía un mal día por tener que lidiar con compañeros de trabajo o clientes por cualquier razón, me volvía al hogar tarareando:
" si yo fuera rico!!!! tubi tubi tubi tuuu,
"todo el dia para descansar si yo fuera un ricachón,...no trabajaría tubi tubi tuuu."......
Era un maravilloso consuelo.
Ahora que estoy retirado, me siento todo un ricachón,
¡¡¡genial "el dolce fare niente"!!