Encuentros
Gabo ha perdido las alas, se ha dejado contaminar para conseguir mezclarse entre éstos y aquellos, sin que la “joroba” llame la atención.
Es hermoso, es perfecto, estudiante modelo y galán misterioso que enamora con la mirada y encapricha con indiferencia. Él dice que no es provocado, que es su encanto. Bello como un ángel y presumido como el niño de papi más engreído de por estos lares, ¿qué diablos hace conversando conmigo cada tarde?
Alguna vez estudiamos juntos a Kafka y a Poe. Desde entonces, suele aparecer por aquí, sin que le haya dado yo permiso de hacerme perder el tiempo, con la cantidad de cosas que hay que hacer en la oficina.
Niño precioso, envergadura de hombre grande y sabio, ancianidad que sólo se nota en las pupilas azules y misteriosas. Gabo quiere tentarme hacia él, tal vez porque sí, porque está un poco aburrido de su eternidad y le ha provocado perderse en mi mediocridad mundana. No lo sé.
Pero Gabo, querido Gabo, tengo miedo. Te tengo miedo. ¿De dónde apareces cada tarde? ¿A dónde vas, luego de ese abrazo suave, que seca mis lágrimas y deja un nuevo vacío en mi pecho? ¿Eres un ángel demoníaco, o un demonio angélico? ¿Eres real, o he perdido totalmente la cordura? ¿Por qué sólo yo puedo verte así? ¿Por qué te llamo “amor”, si no tengo amado?
Gabo me está rindiendo a sus pies, pero día a día luchan mi decepción y mi esperanza. Día a día debo recordar que aún hay motivos de vida, aún hay colores por ver, aún hay fe. Gabo, ángel, ¿vienes a llevarme contigo? No puedo irme aún, no puedo seguirte, aunque te ame con toda mi alma. Esa felicidad incorpórea que hoy me ofreces, me está prohibida.
Soy un ser demasiado terrenal, mi querido ángel amigo, soy un ser demasiado comprometido con la sangre y el amor humano. No puedo ir contigo, salvo que me arranches, en algunos segundos de distracción, de admiración, de ensueño.
Pero no te pido que lo hagas, Gabo. Sólo sigue abrazándome como lo haces, dame paz, mátame poco a poco, si a eso has venido, pero déjame tiempo para no desamparar mis hermosas cadenas de amor, que algún día me harán grande, bajo el precio de la soledad.
He de amarte, mi ángel. Regálame más tardes como ésta. Dame tus alas perdidas. Dame libertad.
Es hermoso, es perfecto, estudiante modelo y galán misterioso que enamora con la mirada y encapricha con indiferencia. Él dice que no es provocado, que es su encanto. Bello como un ángel y presumido como el niño de papi más engreído de por estos lares, ¿qué diablos hace conversando conmigo cada tarde?
Alguna vez estudiamos juntos a Kafka y a Poe. Desde entonces, suele aparecer por aquí, sin que le haya dado yo permiso de hacerme perder el tiempo, con la cantidad de cosas que hay que hacer en la oficina.
Niño precioso, envergadura de hombre grande y sabio, ancianidad que sólo se nota en las pupilas azules y misteriosas. Gabo quiere tentarme hacia él, tal vez porque sí, porque está un poco aburrido de su eternidad y le ha provocado perderse en mi mediocridad mundana. No lo sé.
Pero Gabo, querido Gabo, tengo miedo. Te tengo miedo. ¿De dónde apareces cada tarde? ¿A dónde vas, luego de ese abrazo suave, que seca mis lágrimas y deja un nuevo vacío en mi pecho? ¿Eres un ángel demoníaco, o un demonio angélico? ¿Eres real, o he perdido totalmente la cordura? ¿Por qué sólo yo puedo verte así? ¿Por qué te llamo “amor”, si no tengo amado?
Gabo me está rindiendo a sus pies, pero día a día luchan mi decepción y mi esperanza. Día a día debo recordar que aún hay motivos de vida, aún hay colores por ver, aún hay fe. Gabo, ángel, ¿vienes a llevarme contigo? No puedo irme aún, no puedo seguirte, aunque te ame con toda mi alma. Esa felicidad incorpórea que hoy me ofreces, me está prohibida.
Soy un ser demasiado terrenal, mi querido ángel amigo, soy un ser demasiado comprometido con la sangre y el amor humano. No puedo ir contigo, salvo que me arranches, en algunos segundos de distracción, de admiración, de ensueño.
Pero no te pido que lo hagas, Gabo. Sólo sigue abrazándome como lo haces, dame paz, mátame poco a poco, si a eso has venido, pero déjame tiempo para no desamparar mis hermosas cadenas de amor, que algún día me harán grande, bajo el precio de la soledad.
He de amarte, mi ángel. Regálame más tardes como ésta. Dame tus alas perdidas. Dame libertad.
Comentarios
Sigue a tu corazon pero ten cuidado, sobre todo si aun no ha sanado.
Un abrazo.
Gracias por tu preocupación sincera, espero poder verte pronto.
Otro abrazo!
and do what's yours
y hazlo con todo eso que le dicen todo tu ser
y sé feliz
por que todos nos lo merecemos
happy mondays!!
Aunque siento que la historia se mueve entre lo real e irreal, creo que somos muchos los que puediendo tener eso, no podemos poseerlo.
Supongo que es parte del juego de contradicciones que nos entrewhga la vida.
¿Una pista para interpretar mis recientes posts? Que mi emotividad está en coma inducido, mientras se limpia y cura del todo. Y, estando en coma, no escribo nuevo ;)
Un abrazo fuerte...