Game over
Ya cuando tomamos la carretera, me di cuenta que echármele encima al chofer para hacerle perder el control sería injusto. Eso, mientras sonreía animándole a aumentar la velocidad, y me burlaba con gratitud del trío de periodistas que venían en el asiento de atrás, totalmente dormidos, pobrecitos. No, no iba a ser justo abalanzarme sobre el chofer.
Tardé mucho rato en notar una segunda opción. Se me ocurrió mientras jugaba a que el viento, a 120 kilómetros por hora, se llevaba mi brazo derecho. Si solamente fuese un poquito más valiente, un poquito más...
El cinturón de seguridad en su sitio. Sólo dos movimientos: quitar el seguro y abrir la puerta. Apenas si tendría tiempo para gritar. ¿Cómo quedará mi rostro, después de caer?... Y, lo más importante, ¿de verdad quiero caer?
Hace tres días fui a verle, luego de pedirle al cura del pueblo una muy postergada confesión, escuchar misa, comulgar después de muchos meses, y salir de la iglesia cantando "My happy ending", de Avril Lavigne. Pésimo presagio.
Lo cierto es que todo el día tuve la sensación de llevar piedras en el estómago y el pecho cargado de aire. Conversé con la gente de siempre, con "Toñito", aún asada por no poder decirle por qué estaba asada; con Eddy, sobre tortugas que tienen miedo de hacer las cosas, hasta que es demasiado tarde (aunque el cura me dijo "nunca es tarde"). En fin, collage de colores, palabras, y sonidos, como es la vida.
Debí tomar una botella de agua, llegar con actitud de "¿te muestro mis fotos de Paloblanco?". Entrar, demostrarle que su perro me quiere más que a él, contarle nuevos pormenores de mi tan sonado trekking y empezar... "Es que, además de enseñarte fotos, también quería decirte algo..."
Probé mi determinación jalando de golpe la manija de la puerta, aún con el cinturón y el seguro puestos. No se abrió, pero ya vi que puedo. El viento se lleva mi brazo, espero que luego me lleve entera, a algún sitio, lejos de... mí. Me quito el cinturón.
Mira, yo quería dejar claras varias cosas, antes de contarte lo que he decidido. Creo que debo decirte todo esto porque luego no quiero arrepentirme por no haber hablado, además, así soy yo. Ay... no sé.
Beethoven, al lado, echado a mis pies, mirándome con ternura, quizás adivinando que lo necesitaba más que su amo (el instinto nunca falla). Allí seguía. El amo, sonreía, esforzándose por poner su cara más seria y segura, esa que nunca mostró cuando, decía, moría por estar conmigo... Tendrías que haberte visto así de indiferente cuando te conté que David, mi compañero de viaje, no era mi novio, en lugar de ese brillo feliz y esa sonrisa radiante, niño tonto (más tonta quien se dejó conmover).
Es sólo un movimiento, sólo un movimiento. Quito el seguro, abro la puerta, es todo. Es todo.
Mira, yo te quiero, ¿ok? Es decir, en una medida razonable para el tiempo que llevo de conocerte, y todo eso. Te quiero porque te lo supiste ganar, antes del declive. Eh... lo cierto es que cuando supe que te gustaba y que querías estar conmigo, tuve miedo, porque aún no podía evitar llorar por el asunto de Adrián. Tuve miedo de hacerte daño y perderte.
También tuve miedo de la rapidez con que habías decidido que me querías. Pensé, y ahora sé que no estaba equivocada, que sería por tu soledad aquí en el pueblo, porque no conoces más gente, más chicas, porque... no sé, porque te caigo bien y de tanto ser mi hombro para llorar, te encariñaste conmigo. Entonces... me habría encantado que confiaras en mí, que me dijeras lo que sentías, no por mí, sino por todo, y quizás habríamos podido ayudarnos, tomar buenas decisiones y ahora... no sé, estaríamos juntos, en mejor situación, no sé si como enamorados, la verdad no creo, pero... bueno, da igual razonar sobre cosas que ya no ocurrieron.
La verdad, no estoy tan segura de querer caer... No hay un buen motivo para morir y hoy tampoco es un buen día para tragedias. Sin embargo, bastaría sólo un movimiento...
Mira, ese día que hablé contigo, te busqué porque ya estaba un poco harta de que todos supieran lo que tú sentías por mí, y que no pudieras decírmelo. Fui lenta, debí apresurar las cosas antes de que se enviciaran. Tenía miedo de que se enviciaran y sentí en mi corazón que eso estaba sucediendo, por eso quise conversar contigo, y te busqué. Cuando vi tus ojos ese día, supe que algo malo pasaría, que me iba a doler, que iba a llorar. Pero si fui tan valiente para llegar a ese momento, me quedaría quieta, escuchándote. Quizás eran corazonadas erradas.
Y tú, me contaste que nunca te casarías antes de los 30 años, asunto que no me interesaba en lo más mínimo. Y me contaste también que todo había sido una cuestión de chismes, aunque sí te atraje mucho, desde que nos conocimos. Luego, cuando pasó lo de Adrián, pensaste que tal vez... y que hasta hace dos semanas estabas muy animado, pero de pronto había llegado, quizás del cielo, la plena convicción de que no funcionaría y que no valía la pena perderme como amiga. Y que te sientes solo, pero estás mejor así, y que mejor no, lamentablemente.
¿Qué querías que dijera?... Quise contarte de mis miedos, pero cerraste la puerta, por completo, antes de preguntarme, antes de todo. Me echaste sin darme chance a decirte que estaba tan asustada como tú, que no estaba lista para una nueva relación, que te quería, que me gustabas, que me habría gustado estar más tiempo contigo, conocerte más, quizás, que luego sucedan cosas, de modo natural, convertir este asunto en nuestro, como debe ser, y callar las murmuraciones. Pero me cerraste la puerta.
Por eso estoy aquí, para contarte ahora lo que ha estado pasando en mi corazón desde entonces. A partir de ese día, la nostalgia por los días bonitos de un amor pasado se apoderó de mí. Y mira que si ese chico, que ahora está en Irlanda, se me declara otra vez, no lo aceptaría. Pero si pudiera repetir la historia mil veces, mil veces lo haría. Te sorprendiste. Yo sólo fui sincera.
Así estoy, así me siento, así te quiero. No estaba lista, no lo estoy ahora. Pero menos lista estaba para perderte, como sé que te pierdo en este momento. Porque tu miedo me da miedo, porque tu inseguridad me duele, porque tu mirada de cariño contradice la dureza de tus palabras, porque sí, porque no quiero sufrir, porque cuando estoy contigo me siento débil, porque no me dejas hacerte bien y eso me daña, porque no me quieres, y es todo lo que necesitas saber.
Basta ya de decirlo a otros, basta ya de "la quiero, pero sé que no va a funcionar", por favor, basta ya, no hablemos más del tema con nadie más. No pienses por mí, no te repitas tanto que me estás protegiendo. Todo es tan simple, todo es tan "no me gusta", y nadie te va a obligar a estar con alguien que no te gusta, así de no complicado.
Seguiste con lo mismo: es que sí me gustas, pero la atracción que sentía ya no está y sé que no va a funcionar...
Bueno, cariño, no estoy aquí pidiéndote nada, sólo te he dicho lo que siento para que lo sepas. Y que sepas también por qué de pronto no me acerco a ti, o tal. No sé cómo reaccionaré mañana, no sé qué tanto me importa toda esta historia. Además, no quiero estar contigo, es decir... no es, aún no era el momento, nunca lo fue y a estas alturas, no lo será.
Es que no estoy para tomar decisiones ahora, salvo esta, de no verte más. Te quiero, pero aún echo de menos a Adrián, cariño, que lo sepas. Si dejé de llorar por él contigo, fue porque noté lo que sentías, y no quise hacerte daño. Quizás debí ser más franca, en fin, Dios sabe por qué deja que pasen algunas cosas.
Lloré...
Mamá no me va a perdonar esto nunca, ni el abandono, ni la vergüenza de tener una hija suicida. Puf... Y la verdad no tengo un buen motivo para hacer una cosa así ahora, pero por favor, Dios mío, ayúdame a sacarme cualquier idea de estas de la cabeza.
"Gracias por la temporada de vacaciones que vas a darme"... No debiste decir eso, no debiste, qué feo... Pero no eres para mí, después de todo. Beethoven tiene un mal sueño y se acurruca más a mis pies. Ya me voy, sólo estoy esperando que no se note que he llorado, acá la gente siempre habla de más. Me duele saber que te estoy dejando, pero es mejor que mantenerme a tu lado, así como quieres, como "amiga buena", sólo para que te sientas bien. Soy más importante para mí que tú.
Sé que eres el más "sensato" aquí, sé que estás seguro de que "no debemos estar". Por favor, no pienses por mí. No se dice "no debemos", se dice "no quiero estar contigo", es lo que yo digo, razonablemente todo es tan obvio, lógicamente debería rechazarte de modo más efectivo, no estar aquí, por cariño y porque así soy, contándote lo que voy a hacer. Me dueles y debo "aborrecerte" por ello, con la rapidez con que quito las manos del fuego cuando empieza a quemar. Pero que sepas que es para estar mejor, para olvidar este asunto y poder ser una persona buena y desinteresada contigo.
Sí, ya sé que me ayudarás con eso de pasar más tiempo en el campo, lejos de mí. Gracias por la cortesía. También sé que estarás 3 meses con visitas, y que no tendrás tiempo de pensar en mí. Oye, gracias de verdad, qué amable, qué amable.
Tardé mucho rato en notar una segunda opción. Se me ocurrió mientras jugaba a que el viento, a 120 kilómetros por hora, se llevaba mi brazo derecho. Si solamente fuese un poquito más valiente, un poquito más...
El cinturón de seguridad en su sitio. Sólo dos movimientos: quitar el seguro y abrir la puerta. Apenas si tendría tiempo para gritar. ¿Cómo quedará mi rostro, después de caer?... Y, lo más importante, ¿de verdad quiero caer?
Hace tres días fui a verle, luego de pedirle al cura del pueblo una muy postergada confesión, escuchar misa, comulgar después de muchos meses, y salir de la iglesia cantando "My happy ending", de Avril Lavigne. Pésimo presagio.
Lo cierto es que todo el día tuve la sensación de llevar piedras en el estómago y el pecho cargado de aire. Conversé con la gente de siempre, con "Toñito", aún asada por no poder decirle por qué estaba asada; con Eddy, sobre tortugas que tienen miedo de hacer las cosas, hasta que es demasiado tarde (aunque el cura me dijo "nunca es tarde"). En fin, collage de colores, palabras, y sonidos, como es la vida.
Debí tomar una botella de agua, llegar con actitud de "¿te muestro mis fotos de Paloblanco?". Entrar, demostrarle que su perro me quiere más que a él, contarle nuevos pormenores de mi tan sonado trekking y empezar... "Es que, además de enseñarte fotos, también quería decirte algo..."
Probé mi determinación jalando de golpe la manija de la puerta, aún con el cinturón y el seguro puestos. No se abrió, pero ya vi que puedo. El viento se lleva mi brazo, espero que luego me lleve entera, a algún sitio, lejos de... mí. Me quito el cinturón.
Mira, yo quería dejar claras varias cosas, antes de contarte lo que he decidido. Creo que debo decirte todo esto porque luego no quiero arrepentirme por no haber hablado, además, así soy yo. Ay... no sé.
Beethoven, al lado, echado a mis pies, mirándome con ternura, quizás adivinando que lo necesitaba más que su amo (el instinto nunca falla). Allí seguía. El amo, sonreía, esforzándose por poner su cara más seria y segura, esa que nunca mostró cuando, decía, moría por estar conmigo... Tendrías que haberte visto así de indiferente cuando te conté que David, mi compañero de viaje, no era mi novio, en lugar de ese brillo feliz y esa sonrisa radiante, niño tonto (más tonta quien se dejó conmover).
Es sólo un movimiento, sólo un movimiento. Quito el seguro, abro la puerta, es todo. Es todo.
Mira, yo te quiero, ¿ok? Es decir, en una medida razonable para el tiempo que llevo de conocerte, y todo eso. Te quiero porque te lo supiste ganar, antes del declive. Eh... lo cierto es que cuando supe que te gustaba y que querías estar conmigo, tuve miedo, porque aún no podía evitar llorar por el asunto de Adrián. Tuve miedo de hacerte daño y perderte.
También tuve miedo de la rapidez con que habías decidido que me querías. Pensé, y ahora sé que no estaba equivocada, que sería por tu soledad aquí en el pueblo, porque no conoces más gente, más chicas, porque... no sé, porque te caigo bien y de tanto ser mi hombro para llorar, te encariñaste conmigo. Entonces... me habría encantado que confiaras en mí, que me dijeras lo que sentías, no por mí, sino por todo, y quizás habríamos podido ayudarnos, tomar buenas decisiones y ahora... no sé, estaríamos juntos, en mejor situación, no sé si como enamorados, la verdad no creo, pero... bueno, da igual razonar sobre cosas que ya no ocurrieron.
La verdad, no estoy tan segura de querer caer... No hay un buen motivo para morir y hoy tampoco es un buen día para tragedias. Sin embargo, bastaría sólo un movimiento...
Mira, ese día que hablé contigo, te busqué porque ya estaba un poco harta de que todos supieran lo que tú sentías por mí, y que no pudieras decírmelo. Fui lenta, debí apresurar las cosas antes de que se enviciaran. Tenía miedo de que se enviciaran y sentí en mi corazón que eso estaba sucediendo, por eso quise conversar contigo, y te busqué. Cuando vi tus ojos ese día, supe que algo malo pasaría, que me iba a doler, que iba a llorar. Pero si fui tan valiente para llegar a ese momento, me quedaría quieta, escuchándote. Quizás eran corazonadas erradas.
Y tú, me contaste que nunca te casarías antes de los 30 años, asunto que no me interesaba en lo más mínimo. Y me contaste también que todo había sido una cuestión de chismes, aunque sí te atraje mucho, desde que nos conocimos. Luego, cuando pasó lo de Adrián, pensaste que tal vez... y que hasta hace dos semanas estabas muy animado, pero de pronto había llegado, quizás del cielo, la plena convicción de que no funcionaría y que no valía la pena perderme como amiga. Y que te sientes solo, pero estás mejor así, y que mejor no, lamentablemente.
¿Qué querías que dijera?... Quise contarte de mis miedos, pero cerraste la puerta, por completo, antes de preguntarme, antes de todo. Me echaste sin darme chance a decirte que estaba tan asustada como tú, que no estaba lista para una nueva relación, que te quería, que me gustabas, que me habría gustado estar más tiempo contigo, conocerte más, quizás, que luego sucedan cosas, de modo natural, convertir este asunto en nuestro, como debe ser, y callar las murmuraciones. Pero me cerraste la puerta.
Por eso estoy aquí, para contarte ahora lo que ha estado pasando en mi corazón desde entonces. A partir de ese día, la nostalgia por los días bonitos de un amor pasado se apoderó de mí. Y mira que si ese chico, que ahora está en Irlanda, se me declara otra vez, no lo aceptaría. Pero si pudiera repetir la historia mil veces, mil veces lo haría. Te sorprendiste. Yo sólo fui sincera.
Así estoy, así me siento, así te quiero. No estaba lista, no lo estoy ahora. Pero menos lista estaba para perderte, como sé que te pierdo en este momento. Porque tu miedo me da miedo, porque tu inseguridad me duele, porque tu mirada de cariño contradice la dureza de tus palabras, porque sí, porque no quiero sufrir, porque cuando estoy contigo me siento débil, porque no me dejas hacerte bien y eso me daña, porque no me quieres, y es todo lo que necesitas saber.
Basta ya de decirlo a otros, basta ya de "la quiero, pero sé que no va a funcionar", por favor, basta ya, no hablemos más del tema con nadie más. No pienses por mí, no te repitas tanto que me estás protegiendo. Todo es tan simple, todo es tan "no me gusta", y nadie te va a obligar a estar con alguien que no te gusta, así de no complicado.
Seguiste con lo mismo: es que sí me gustas, pero la atracción que sentía ya no está y sé que no va a funcionar...
Bueno, cariño, no estoy aquí pidiéndote nada, sólo te he dicho lo que siento para que lo sepas. Y que sepas también por qué de pronto no me acerco a ti, o tal. No sé cómo reaccionaré mañana, no sé qué tanto me importa toda esta historia. Además, no quiero estar contigo, es decir... no es, aún no era el momento, nunca lo fue y a estas alturas, no lo será.
Es que no estoy para tomar decisiones ahora, salvo esta, de no verte más. Te quiero, pero aún echo de menos a Adrián, cariño, que lo sepas. Si dejé de llorar por él contigo, fue porque noté lo que sentías, y no quise hacerte daño. Quizás debí ser más franca, en fin, Dios sabe por qué deja que pasen algunas cosas.
Lloré...
Mamá no me va a perdonar esto nunca, ni el abandono, ni la vergüenza de tener una hija suicida. Puf... Y la verdad no tengo un buen motivo para hacer una cosa así ahora, pero por favor, Dios mío, ayúdame a sacarme cualquier idea de estas de la cabeza.
"Gracias por la temporada de vacaciones que vas a darme"... No debiste decir eso, no debiste, qué feo... Pero no eres para mí, después de todo. Beethoven tiene un mal sueño y se acurruca más a mis pies. Ya me voy, sólo estoy esperando que no se note que he llorado, acá la gente siempre habla de más. Me duele saber que te estoy dejando, pero es mejor que mantenerme a tu lado, así como quieres, como "amiga buena", sólo para que te sientas bien. Soy más importante para mí que tú.
Sé que eres el más "sensato" aquí, sé que estás seguro de que "no debemos estar". Por favor, no pienses por mí. No se dice "no debemos", se dice "no quiero estar contigo", es lo que yo digo, razonablemente todo es tan obvio, lógicamente debería rechazarte de modo más efectivo, no estar aquí, por cariño y porque así soy, contándote lo que voy a hacer. Me dueles y debo "aborrecerte" por ello, con la rapidez con que quito las manos del fuego cuando empieza a quemar. Pero que sepas que es para estar mejor, para olvidar este asunto y poder ser una persona buena y desinteresada contigo.
Sí, ya sé que me ayudarás con eso de pasar más tiempo en el campo, lejos de mí. Gracias por la cortesía. También sé que estarás 3 meses con visitas, y que no tendrás tiempo de pensar en mí. Oye, gracias de verdad, qué amable, qué amable.
Bueno, era eso. Por favor, basta de decir cosas a otros. Por favor, basta de hacerte el "héroe". Por favor, basta de pensar por mí. Por favor, basta de mirarme como me miras y de ponerte triste cuando te doy la espalda. Por favor, basta de ser el racional del cuento. Por favor, basta.
"Me parece raro que decidas algo así, si sé que sueles ser amiga de tus ex enamorados" (gracias a Dios no te respondí que era amiga de aquellos que me habían regalado una historia de amor para recordar)... Sí, soy amiga de mis ex, pero luego de largarme un buen rato. Bueno, no dejas de ser un tipo admirable (suspiro). Que te vaya muy bien, que... Dios te bendiga, que no te sientas solo... Y que te quieran mucho, mucho, mucho (sonrisa tierna y compadecida... abrazo). Chau.
Dios mío, saca de mi cabeza esta tonta idea, que no tiene caso, que tampoco es tan importante. No me duele tanto como yo pensé, es sólo que tengo miedo de... otra vez no... ¿cuánto más?... No, si esto no ha sido grave y gracias a Ti, ya se acabó, ya nada, ni una lágrima, tiene caso. No era para mí y no era yo para él. Qué pena. Pero no duele tanto, entonces este deseo de lanzarme de la camioneta debe ser otra jugarreta de mi imaginación y de mi bien controlada tendencia autodestructiva (Gracias a Dios, creo en Él).
Y nada, llegando a Piura resulta vergonzoso hacer una tontería de estas, mejor nos ponemos todos de acuerdo, vamos al cine a ver "Cruzada", luego salimos a unas cuantas cervezas bien conversadas, y después, a dormir, que mañana (hoy) hay que trabajar, porque el martes subo de nuevo a Chalaco, con la gente que hará el vídeo institucional (una semana dando vueltas), y la vida está para ser vivida, everyday.
Comentarios
Ya nos veremos a tu vuelta de Chalaco, te debo salida al cine. Abrazo.
Impazziti... no creo que sea cosa fácil, visto que sigues vivo, gracias a quien se las merezca, jejejejejeje...
Eh... lo último me ha encantado, pero que alguien me "desasne" y me cuente si se trata de un mensaje predeterminado o una cosa de esas.
Oktobertfest 2006, allá voy!!!
Aunque en esta vida nada esta dicho sino se intenta con intensidad quizá tu temperamento y sensibilidad necesita de iguales entregas y compromisos y eso, creo que a los gringos (con generalizaciones y excepciones) como que les falta y que por el contrario a todo latino les sobra pero, esto es una opinion personal que no tiene ninguna relevancia en tus soberanas decisiones.
Bueno, acabo de estar en el campo 8 días seguidos, ya les contaré.
Muchas gracias por sus comentarios!