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Según la Real Academia Española:

Latino, a (Del lat. Latīnus)
  1. 1.adj. Natural del Lacio. (Usada también como sustantivo)
  2. 2.adj. Perteneciente o relativo a los pueblos del Lacio, o las ciudades con derecho latino.
  3. 3.adj. Perteneciente o relativo a la lengua latina.
  4. 4.adj. Propio de ella.
  5. 5.adj. Se dice de la Iglesia de Occidente, para diferenciarla de la griega.
  6. 6.adj. Perteneciente o relativo a ella.
  7. 7.adj. Natural de los pueblos de Europa y América en que se hablan lenguas derivadas del latín.
  8. 8.adj. Perteneciente o relativo a esos mismos pueblos.
  9. 9.adj. Mar. Dicho de una embarcación o de un aparejo: De vela triangular.
  10. 10.adj. desus. Que sabe latín. (Era usado también como sustantivo)

Cada vez que alguna integrante de Bolivianos&Company se refería a sí misma y su grupo como: “Nosotras, las latinas”, se me crispaba la piel. El desasosiego aumentaba ante la inevitable sucesión de afirmaciones y estereotipos con los que la vocera de turno intentaba definir la identidad común de todas las ahí reunidas, a saber:

  • A nosotras las latinas no nos gusta compartir cosas personales, como el secador o la plancha de pelo, en cambio las españolas son “guarras” y se prestan hasta los sostenes (sujetadores).
  • A nosotras las latinas no nos gusta ir a gimnasios públicos, donde luego tengamos que ducharnos en grupo, porque somos más pudorosas que las españolas.
  • A nosotras las latinas nos gusta ir siempre bien maquilladas, en cambio las españolas con las justas se arreglan.
  • ¿Cómo no nos van a preferir los españoles? ¡Las españolas quieren hacer lo que se les da la gana, salir a trabajar, como los hombres, o irse de fiesta con sus amigas, sin sus maridos! En cambio, nosotras las latinas somos más dulces y cariñosas, nos ocupamos de la casa, atendemos a nuestros maridos... ¡Por eso, cada vez más españoles prefieren mujeres latinas!
  • ¡A nosotras las latinas nos gusta salir a bailar y lo hacemos mejor que las españolas!
Y no sigo porque me da fiebre...

Veamos, de acuerdo a las definiciones 7 y 8 de la RAE, estamos en pleno derecho de llamarnos “latinas”, en tanto que provenimos de países donde se hablan lenguas romance, es decir, derivadas del latín. En este mismo grupo, por supuesto, debemos considerar a las brasileñas, pero también a españolas, francesas, italianas, rumanas, moldavas, entre otras.

Ahora bien, entiendo que muchas veces el término “latina” sea exclusivo para definir a las mujeres provenientes de países hispanoamericanos, lo cual, por supuesto, es un error, aunque bastante extendido. Creo que sería más acertado usar el adjetivo/sustantivo “latinoamericana”, pese al simplismo con que Estados Unidos (porque ahí empezó todo) nos ha querido etiquetar.

Y hablando de etiquetas, lo que comúnmente se conoce o se “cree conocer” de las “mujeres latinas” es precisamente esa amalgama de elementos culturales pseudo folclóricos difundidos a través de los mass media, interpretaciones foráneas siempre legitimadas por alguna mujer centroamericana o caribeña con ganas de triunfar en el mercado anglosajón.

Las latinoamericanas más famosas han llegado a serlo explotando las características que las diferencian de las “mujeres blancas”, es decir: piel cobriza, caderas y/o tetas exuberantes, todo aquello compactado en no más de 1.65 de estatura (como mucho), lo cual da al cuerpo una sensación de redondez suave, de curvas pronunciadas, traducido en una sensualidad distinta, exótica para el blanco, que difícilmente llegan a inspirar las hermosas alemanas de 1.80, aún con anatomías "perfectas".

Estas mujeres, sin embargo, sólo triunfan en el mundo del espectáculo; son encanto, feminidad, culos bonitos y, por supuesto, saben bailar. Ninguna de ellas puede aparecer en alguna película sin que se resalte su origen en el argumento. Nunca son líderes, siquiera de alguna banda de delincuentes, sino que por lo general van de “muñequita” del capo. A excepción de Salma Hayek como Frida Kahlo, y América Ferrera, en “Las mujeres de verdad tienen curvas”, no he visto a una sola mujer latina que destaque en la película por sus capacidades intelectuales, sin necesidad de mostrar el escote.

Luego están "la cultura que las caracteriza” y “el lugar de donde provienen”. Según Hollywood, en México se habla quechua (y los mayas no existieron jamás, por tanto, la resistencia zapatista es un mito y las guerras civiles en Nicaragua, El Salvador y Guatemala no sucedieron), la Cordillera de los Andes se extiende hasta la Florida, los camélidos americanos pastan tranquilamente alrededor del puerto del Callao (en Lima) y todas las mujeres son tan candorosas y curvilíneas como Shakira, colombiana de ascendencia libanesa. Es decir, las mamachas -quechuas y aymaras- del altiplano deberían desaparecer del mapa, porque no se adaptan a las características establecidas por los medios.

Olvidaba citar a la sabia filósofa Thalia, quien afirma alegremente en una de sus pegadizas canciones:

Vengo de raza y de palmera, de campo y de labriego, de caña y de madera. Mi orgullo es ser latina de mar y cordillera, ardiente como el fuego, soy sangre de mi tierra. Soy la hembra sandunguera, caliente como un fogón. Dulce cuando me enamoro y entrego mi corazón. Soy la hermana de la rumba, de la gaita y del tambor. Del fuego y la sabrosura que llevo en esta canción...


Sólo voy a “comentar” eso del mar y la cordillera, tal vez asunto decisivo para determinar por qué es tan peligroso relativizar y empaquetar a todas las mujeres del continente en un mismo saco: Latinoamérica, desde México hasta la Patagonia argentina, es CINCO veces más grande que Europa. Por lógica, resulta absurdo creer que a lo largo de una región tan vasta existan características culturales capaces de identificarnos por entero. El mismo idioma nos diferencia, en tanto que cada grupo hablante lo re-interpreta según su cosmovisión. De ahí tantos acentos y localismos lingüísticos, ya no en un país, sino en una sola región administrativa.


La “latina” de las películas estadounidenses es una mutación: cuerpo de modelo venezolana, ojos de mexicana mestiza, inglés con acento puertorriqueño, "ritmo" cubano, “feminidad” -y caderas- colombianas, paro de contar. Las culturas derivadas de las zonas andinas o de la amazonía ni siquiera llegan a sugerirse y, mientras tanto, las oligarquías de toda la vida siguen gobernando con perspectiva europea, bajo principios de cristiandad, ciencia occidental y superioridad de la ascendencia racial blanca (me hace gracia recordar cómo algunos que conozco aún cuidan la “pureza” de sus apellidos).

Volviendo a cuestiones concretas y poco importantes, dije que eso de “Nosotras, las latinas” me enerva sobremanera, pues percibo en ello una clara aceptación del estereotipo impuesto desde fuera. No considero en absoluto que seamos iguales a las españolas, pues, para empezar, hemos nacido y crecido en ambientes distintos y tenemos una visión diferente de la vida. Eso no impide, sin embargo, que seamos capaces de aceptar (si queremos) aquellos nuevos aportes culturales que nos hacen bien.

Una cosa es establecer indicadores o generalidades para observar con perspectiva un determinado aspecto de la realidad y otra bien diferente, asumir que todas las personas de tal o cual grupo, cultural o racial, son iguales. Puede haber una tendencia a reaccionar de manera similar ante situaciones más o menos controlables, pero a fin de cuentas, cada quién es filtro y móvil de su propio tejido afectivo y social.

Justo ayer observaba una discusión entre tres vascas y dos vascos, todos de la oficina, y detectaba ese hábito -tan de aquí- de dar vueltas y vueltas a la misma idea y justificar de cualquier manera el haberse metido en esa confusión, antes que intentar salir de ella cuanto antes. Sonreía imaginándome una observadora científica. Una de las “conejillas” es mi amiga, la quiero y, por eso, la diferencio de los demás. Pero claro, estaba en su ambiente. Cuando yo estoy con mi grupo de peruanas, también sufro “cambios”: siento más holgura, puedo hablar sin tener que explicar el contexto, utilizo jerga, mi voz sube de volumen, etcétera. Es normal.

No me gustan las latinas de las películas, ni quienes intentan imitarlas. Me gustan, en todo caso, las actrices que interpretan a las latinas de las películas, porque han sabido sacar provecho a sus diferencias y talentos, aunque me entristece que, muchas veces, se presten a ser símbolos sexuales sólo por obtener éxito. En fin, hay gente para todo.

Yo soy peruana, sudamericana, mi lengua materna es el castellano y sí, entro en la clasificación de "latina". Sin embargo, me gusta prestar el secador y la plancha del pelo, y mis amigas, peruanas, españolas, alemanas, siempre han compartido esas cosas conmigo. También los sujetadores, incluso las bragas. No me ducho en los gimnasios por razones muy alejadas del pudor: soy presumida y, por ahora, tengo barriguita (a ver cuándo se hace realidad eso de salir a correr). No sé bailar bien y respeto a las que sí saben hacerlo, pero me encanta, sobre todo, observar a quienes disfrutan de la música y se mueven con alegría, da igual si con ritmo o sin él.

Y me gustan los hombres que no andan buscando una segunda madre para formalizar, mejor si saben cocinar, limpiar la casa y planchar. Seguros de sí mismos y capaces de confiar en sus compañeras, claro que sí, porque a mí la reuniones de copas SÓLO CON MIS AMIGAS no me las quita NI DIOS.

He dicho.

Comentarios

Ernesto dijo…
Lo curioso es que tambien se usa lo de "hispanos", y no solo por parte de los españoles, de hecho uno de los periodicos en español mas populares en NY se hace llamar "El campeon de los hispanos".

A mi lo que me jode de veras es que me confundan con mexicano, me parece simpático que me confundan con ecuatoriano, colombiano, pero con Mexico.... vamos! que eso esta lejisimos, ya que como bien apuntas Latinoamerica es mucho mas grande que Europa.

Seguro que pensaste en Tintin cuando hacias referencia a lo de las llamas en el Callao, yo pensaba en McGyver, pues mostraban gente en ropa andina a la salida del aeropuerto, plop!!

Aaaaay los estereotipos, no puede ser!!!
Ernesto dijo…
En fin... sufrimos las consecuencias de lo "latino según Miami".
Mamá de 2 dijo…
No sólo las sufrimos, mi querido Ernesto, sino que muchos de "los nuestros" legitiman el prejuicio, con su comportamiento, aspiraciones y demás... Lo triste es que es precisamente "eso" lo que más sobresale.
Ernesto dijo…
Sabes ? curiosamente el sesgo feminista que tiene el post, me ha hecho notar que también me ha sido difícil encontrar un peli en la que un varón latino juegue un rol positivo (Banderas queda excluido), de hecho la única que me acuerdo es una película (del 88!!) que me gusto mucho llamada "Con ganas de triunfar" protagonizada por Edward James Olmos ("Castillo" en Miami Vice), si sabes de que va la peli entenderas porque me gusta tanto |-8
Hola latina!

Oye vi que me habias contactado por el msn. No estaba cerca de la compu. Cómo van las cosas? Espero que todo bien.

Cuídeses, tocaya.

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