Intento de traslado a Telefónica Movistar (ESPAÑA)

Bolivianos&Company cursaron la solicitud un día en que me encontraron accesible a favores. Luego de darme un sablazo, para ser exacta. Bueno, sí, qué más da, ya que estamos, al menos así no me lo gasto. Entonces, con exacerbada conchudez –básicamente porque no quieren empadronarme y por lo de la calefacción, pues fuera de eso, me caen bien- preguntaron si podían valerse de mi legalísimo Número de Identificación de Extranjeros (una especie de DNI de segunda o tercera categoría) para hacer una portabilidad de su proveedor de telefonía móvil actual (pre-pago) a Telefónica Movistar (contrato).

No acepté de inmediato y apenas pude disimular que la petición me había resultado impertinente. Una cosa es prestar dinero y agilizar el cobro/pago de una remesa gracias al NIE aquél, pero de ahí a adquirir un contrato, hay un trecho. Tampoco me negué rotundamente (“¡Manan canchu!” ¿Qué te cuesta, carajo?). Conciente de los problemas de documentación de mis caseros y de mis propias necesidades, me comprometí a hablar con la comercial cuando llamara para “cerrar” el trato, antes de proporcionar cualquier dato personal.

Pasaron dos semanas y ya había yo olvidado el asunto, cuando, mientras preparaba una cena a base de huevo, champiñones y pimientos verdes (lo recuerdo exactamente porque, con tanta distracción, se me quemó), llegó Doña Boli con el celular, toda emocionada, diciéndome que era la chica de Telefónica. Como lo prometido es deuda (aunque joda), me puse al teléfono procurando toda la amabilidad que en ese momento me fue posible y lancé las cuatro preguntas básicas:

I
¿Está esto permitido? Es decir, ¿puede aparecer un titular de las líneas, y otros usuarios?

II
¿Qué pasa si los señores no pueden pagar a tiempo un mes?

III
¿Qué pasa si Telefónica cobra de más –como suele suceder- y luego hay lío?

IV
En caso de endeudamiento, por cualquiera de los dos motivos antes mencionados, ¿me montarían alguna querella judicial?

La cantarina muchachita respondió con un argumento bastante convincente: “Se trata sólo de una formalidad, la cuenta bancaria desde donde se cobrarán las mensualidades será de los usuarios y no solemos hacer juicios por endeudamiento”. Ay... Hagámoslo, pues.

Pasé por todo el proceso hasta el momento de “grabar voz”, que es cuando ella procedería a picar en su base de datos el número de mi NIE. Primer intento fallido. Segundo intento, también. Tercero, hum… Espera, algo pasa aquí. Por favor, Claudia, no me cuelgues (eso de tener un primer nombre que no usas...)

Luego de unos segundos, la voz amable comentó que por algún motivo su sistema no admitía mi NIE y que, además, “le avisaban” que debía derivarme a otra área. Qué bien, esto se pone interesante, deríveme, a ver. Vale, te volveré a llamar en diez minutos, Claudia (ay), porque no me es posible escuchar la conversación que vas a mantener a continuación, ¿de acuerdo? Así podré saber tu respuesta y continuar con el trámite. Muy bien.

Quince timbradas después (así de pendiente estaba), una interlocutora totalmente diferente: agria, seca y sin gracia, con un tono monótono y timbre de graznido. ¿Usted es la señora (nombre completo)? Sí. ¿Y su número de NIE es (tal y cual, precedido por la característica X de extraña, extraterrestre, extraterrenal, extraviada o, incluso, extranjera)? Sí, ese es. Vale, pues muy bien, señora (nombre completo), para hacer el trámite que nos está solicitando debe depositar ciento cincuenta euros como garantía, que le serán devueltos al cabo de seis meses, si ha cumplido con todos los pagos de manera puntual. Muy bien. ¿Me permite consultarlo? ¿Eh?… Sí, sí, claro.

Petit comité con Bolivianos&Company, de respuesta inmediata: Ni hablar. Otra vez al móvil. ¿Me escucha? Sí. Bueno, mire, hemos decidido que no queremos hacer el trámite, ya sentimos haberle hecho perder el tiempo. Hasta luego. Clic.

Nos miramos en silencio, ellos estaban atónitos, pues se habían hecho a la idea de cambiar de plan, gastar menos y obtener nuevos móviles de última generación, completamente gratis. Yo, aunque aliviada por no tener que empeñar mi cabeza a cambio de tan poco (just in case), sentía en mi lengua el sabor amargo de algo que me es ya bastante conocido y reconocible: la discriminación institucional, disfrazada de “prevención de riesgos”. En fin, cosas que pasan, ¿no?

Al cabo de un rato llamó la chica del principio, a quien expliqué la rechazada condición de fianza y agradecí por su dedicación, aunque no pude evitar iniciar el diálogo, lanzando la pregunta que me estaba quemando:

  • Oiga, eso de la fianza es porque soy extranjera-no-comunitaria, ¿verdad?
  • Eh, no, Claudia, ¿cómo cree? Lo que pasa es que hemos tenido problemas con personas que a veces no pagan sus cuotas, luego se van del país y ya no se puede recuperar ese dinero
  • ¡Ah, vale! ¡Entonces sí es porque soy extranjera-no-comunitaria!
Reí. Ella rió también, nerviosa. Había pillado la incongruencia y, por lo visto, no tenía otra opción que admitirlo en tono avergonzado, “Sí, Claudia (y dale), es que ya sabe usted cómo es”. Y claro, claro que sé cómo es. Sin embargo “oiga, los nacionales también pueden dejar de pagar, ¿eh? ¡Que la deshonestidad no es un atributo exclusivo de los extranjeros-no-comunitarios!”, observé, aún riendo, y sin darle tiempo a responder, agregué divertida: “Pero es que los nacionales son más fáciles de rastrear, ¿verdad?”…

La despedida fue rápida. Intercambiamos disculpas y nos apresuramos a despedirnos. Podría haberle contado la historia del monopolio de Telefónica en Perú, pero qué culpa tiene, a fin de cuentas, esa pobre chica, que ya bastante lío ha de ser vivir de un trabajo que te expone a tonterías y maltratos. Eso sí, espero que a partir de ahora se cuide de calentar orejas a clientes con acentos no peninsulares o que, en todo caso, les advierta de las condiciones “especiales” que les corresponde por no ser “personas confiables” debido a la nacionalidad.

Me gustaría saber cómo matizarán esto aquellos grandes y costosos departamentos de marketing e imagen institucional que monstruos transnacionales como Telefónica suelen tener. Miren, por ejemplo, la "belleza sensiblera" que sacaron en plena crisis:

Comentarios

Ernesto dijo…
Bueno Cl... digo Angie, y lo mas probable es que esta chica te haya llamado de Argentina, Peru o Marruecos perfectamente subcontratada y tercerizada, y la del graznido si que haya estado en España.

Como ya he dicho en el Twitter, con ellos quiero tener la menor relación posible, siempre que se han cruzado en mi camino ha sido para mi mal.

Lo interesante del caso, es que en algunos casos ciertos recelos tienen raíces de verdad (y los de la mayoría justa terminamos pagando por la minoría pecadora) como demuestran las previas andanzas de Bolis & Co que ya has descrito anteriormente
muy Interesante lo que comentas @ernesto.
Anónimo dijo…
Nice Post !

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