Malditas canciones, Nº 1: Mi padre y el tecno alemán

A veces basta un sonido para atraer recuerdos gratos, basados en una composición de imágenes fijas que, una junto a otra, consiguen reproducir movimientos, olores, melodías, sabores, sentimientos exactos, sonrisas, lágrimas.

En estos días, a propósito del vigésimo aniversario de la caída del Muro de Berlín, oí en algún documental las primeras palabras del famoso discurso de Jhon F. Kennedy, el 11 de junio de 1963: Two thousand years ago the proudest boast was "civis romanus sum" Today, in the world of freedom, the proudest boast is "Ich bin ein Berliner".

La frase trajo a mi memoria, de inmediato, una canción traspapelada entre muchas otras canciones amadas y voluntariamente “olvidadas”, City of Night (Berlin), de Peter Schilling.

Al principio resulta lenta, con un dramatismo, desde mi punto de vista, poco conseguido, aunque la sensación de persecución que marca el punteo de guitarra constante permite entrar en un coro que cambia de clave y compás, dando lugar a una melodía nostálgica y entrañable, suave como una canción de cuna, triste como la muerte de un ser amado, rítmica como un poema popular (Berlin, city of night, you sleep between the East and West, along the left and right…)

Aquí, el audio:
(Por favor, intenten ignorar a la señora punk del inicio, es que era eso o un vídeo de fotos de turistas latinoamericanos por la capital alemana, con la canción de fondo).


Sé que mis amigos de izquierda considerarán este post un tanto “reaccionario”, por citar el discurso de un presidente “imperialista”, contrario a los intereses comunistas de aquella época. Pero no es necesario ser una roja recalcitrante para observar el mundo con espíritu crítico y respetar el valor de la vida y la dignidad.

En todo caso, esta canción significa para mí algo bien distante a la política internacional: una vez, a los diecisiete o así, peleé con mi papá y nos dejamos de hablar. Pasó algo más de una semana y no sabía qué decir o qué hacer para acercarme y ofrecer disculpas, asegurándome de que no hubiese “represalias” de su parte (que de alguien he heredado la cabezonería).
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En esos días tristes andaba, cuando en medio de una práctica universitaria de Comunicación Radiofónica, encontré en el archivo musical del profe Quique un casete original de Peter Schilling, el album “The Different Story (World of Lust and Crime)”. Supe en ese momento que contaba con la herramienta adecuada para ablandar el corazón paterno y asegurarme un diálogo fluido, abrazo, besito y lagrimitas de alivio. Hice una copia de la dichosa cinta y se la llevé a Valverde como obsequio de buena voluntad, para hacer las paces.
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El resultado fue totalmente positivo y es por eso que, hoy por hoy, en Bilbao, más de diez años después, oír decir a Kennedy “Ich bin ein Berliner" me recuerda ese episodio de reconciliación con mi papá, un retazo colorido de esta vidita mía llena de remiendos y berenjenales.

Y a propósito de muros y vergüenzas humanas variadas, acabo de diseñar un cartel para promocionar charlas sobre el boicot académico a Israel, que toda Europa debería acatar si desea luchar de manera efectiva contra la represión a Palestina. Eso, entre otras cosas (una política exterior coherente ayudaría, pero ya se sabe que con presidentes, grandes empresarios y diplomáticos no se puede contar para estos fines).

Le he dicho al gran jefe que observe con detenimiento mis propuestas gráficas. Yo no soy de manifestaciones, se me da muy mal gritar arengas y llevar pancartas, me pongo mala, no sirvo para estas lides. A mí me va mejor con el trabajo oculto, ya lo he dicho antes, “el poder del poder en las sombras”. La labor de hormiga o de ratón. En fin, en esto también soy principiante. A ver qué tal:
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Comentarios

Otro muro derribado. Saludos desde mis remiendos y berenjenales.

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