Opinión y desarrollo
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A lo que iba, que me encontré este artículo en el diario “El Comercio”, edición de hoy. Ya sé que no tengo autoridad profesional, ni moral, para criticar nada que venga de dicho medio de comunicación, por su prestigio, edad, etc. Pero afortunadamente vivimos en un país democrático y tengo un blog.
Reproduzco íntegro el texto, porque si sólo pongo el link, en unos días más ya no existirá esto de lo que hablo:
La maldición de Paco Yunque
Por Fernando Berckemeyer, analista
Contrariamente a lo que tendemos a creer, es posible violar los derechos de los grandes. Es posible atropellarlos. Y es posible que, en caso de conflicto entre los chiquitos y los grandes, los chiquitos sean los malos.
Lo que sucede es que a los peruanos, machacados con Paco Yunque desde el colegio, adoctrinados en la Teología de la Liberación desde los púlpitos y atacados con propaganda socialista --de esa que habla de "estructuras" que acaban determinando a "los de arriba" a ser malos y a "los de debajo" buenos-- desde el Estado, nos cuesta mucho creerlo. Después de todo, la codicia, las ansias de poder, el resentimiento, la envidia y demás son monopolio de los ricos, como ese niñito sádico que se recreaba torturando al pobre Paco Yunque.
No pretendo implicar, desde luego, que toda esta mentalidad no haya sido una reacción en buena parte justificada (en la parte en que no estuvo inspirada por el rencor o el extendido deseo de reemplazar al "explotador"). Lo que digo es que, como toda visión que pretenda predeterminar moralmente a los hombres por su situación externa, estas concepciones yerran, y muy injustamente.
Y digo también que los tiempos han cambiado y que la conciencia democrática que impera hoy hace bastante relativo lo que los poderes económicos pueden lograr. Si no, pregúntenles a esos inversores belgas del Arequipazo. O a la misma Yanacocha, con Quillish. El Misti de hacienda que antes trataba a sus trabajadores como esclavos, hoy sería objeto de un amplio escándalo mediático, perseguido por las correspondientes investigaciones fiscales (y ONG) y, muy realistamente, amenazado con una segunda y más contundente expropiación.
Los absolutos débiles de ayer tienen, pues, hoy poder, y como humanos que son pueden muy bien abusar de él. Y eso es, precisamente, lo que han hecho los comuneros de Combayo frente a Yanacocha, a la que sitiaron con una agenda que cambiaba a diario --fueron diciendo, sucesivamente, que era para que la mina genere más trabajo (¡!) , que era por el muerto, que era por el peligro del agua y que era por el medio ambiente-- y que, finalmente, dijeron no que habían revelado en realidad para que la mina no la "distorsione". Es decir, una desfachatada falta de agenda real que denota una intención de aprovecharse del Paco que pesa sobre nuestras cabezas (gobierno incluido) para obtener, por la fuerza, una tajada más de la torta yanacochina. Como si la mina no tributara S/.2 millones diarios, como si Cajamarca no hubiera estado recibiendo por canon lo que en las mejores días del estatismo "solidario" jamás recibió, y como si no hubiera 10.000 empleos más en la zona --y extraordinariamente bien pagados-- gracias a Yanacocha.
Así de nociva es la maldición de Paco Yunque, que carga de antemano uno de los lados de la balanza de la justicia, arruinándola. Así de nociva, y así de cruel: porque, desde luego, los ricos siempre pueden irse a otros destinos en los que no se les presuma culpables, que para eso también el mundo es ancho y ajeno, y los que no pueden irse son invariablemente los comuneros, que deben quedarse ahí, sin poder quejarse ya más que frente a un Estado que no sabe generar riqueza y pobres, pobrísimos, sobre sus camiseas tapadas y sus Quilish enterrados.
Los peruanos debiéramos saberlo ya: o hay justicia para todos (y los ricos también pueden merecerla) o no habrá progreso para nadie.
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Estoy de acuerdo con el articulista respecto a que las diferencias sociales a estas alturas han marcado un fuerte sentimiento de represión y rencor en las personas cuyos ingresos económicos mensuales les hacen libres de elegir entre comer, tener una atención médica promedio, vestir dignamente, trabajar a gusto o educarse (ojo, no hay plata para más de dos alternativas juntas). Resentimiento de por sí injusto, que a fin de cuentas no debería existir, pues cada quién tiene la plena potestad de llevar su vida de la mejor manera posible, posibilidad determinada, claro, por el poder adquisitivo.
Pero bueno, sólo me pregunto si el analista que escribe el artículo alguna vez ha salido un ratito de sí y su entorno, para conocer al menos de pasadita la realidad socio cultural de la que habla con tanta maestría y a la cual condena por no querer progresar. ¿Alguna vez habrá explicado a un poblador del ande, muy pobre de bienes materiales, por qué no debe sentirse menos en una sociedad en la que no puede participar por limitaciones culturales? ¿Se ha ensuciado en trasero sentado en una roca, comiendo trigo alrededor de tulpas y leña, conversando sobre revaloración y autoestima con alguna familia tipo “Paco Yunque”?
Pues yo creo que no, porque no le corresponde, no ha estudiado para eso (ni para saber que un pobre urbano, es diferente de un pobre urbano-marginal, rural de costa, rural de sierra, rural de selva y un largo etcétera). Ya habemos otros “locos” dedicados a labores con tan poca elegancia, pues, afortunadamente, algún inteligente dios nos hizo diferentes y con vocaciones variadas.
No entiendo cómo los sectores “cultivados” en general (al cual pertenezco, desde mi clasemedia posición social, aunque aquí se trata de no hacer distinciones de ese tipo) no concertan y al menos consiguen ponerse de acuerdo sobre CÓMO ES EL PERÚ. Que no es necesario ser de izquierdas o católicos jesuitas para que algunas cosas nos golpeen la dignidad colectiva, como seres humanos que somos.
Y bueno, poco se puede hacer mientras se siga pensando que dinero es sinónimo de desarrollo. Lo digo y escribo yo, "doña nadie", bicharraca anarquista y pacifista acérrima, desde alguna bonita oficina, en una prestigiosa institución orgullosamente derechista. Para que luego no se diga que entre (algunos) adultos no nos podemos llegar a entender.
Comentarios
Hace unas semanas se celebraron en Lima varias conferencias y actos relacionados al informe de la Comision de la Verdad. Poca participación, muy poca covertura, a pesar que la gran migracion a Lima se generó por el terrorismo.
Saludos.
Como siempre, Angela, genial.
Muchas gracias por detenerse por aquí y dejar sus huellas.
Espero que, en poco tiempo, la opinión pública se vuelva activa y efectiva.
¡Un abrazo!
http://www.lacebolla.blogspot.com
hay una simpática alusión al tema