Nudos
Echo de menos a los serranos. Estaba implícito en mi sonrisa y una tonta espera de respuestas similares, por la calle, en el bus, en la combi, aquí y allá. Extraño esa educación tan formal, tan buena, que aunque se estén quejando, lo dicen bonito, o la amabilidad y las sonrisas sencillas de quienes llegan del campo.
Echo de menos a los serranos y nunca antes lo sentí con tanta nostalgia. A veces, cuando volvía a Piura de las alturas de Chalaco o Ayavaca, notaba entusiasmo en mi ánimo y se me escapaban buenos días por la calle, sin ton ni son, sólo porque todas las demás especies animales se saludan de algún modo cuando se encuentran. Me quedaba con la mano levantada o recibía miradas extrañas y sólo podía optar por acostumbrarme nuevamente a mi “civilidad” estándar.
Ahora es diferente.
Demasiada melancolía, días nerviosos de planes que dependen de una respuesta difícil para empezar a ejecutarse, mucho por postergar, demasiado por ganar. ¿Debo seguir viviendo mi vida, sola? Hace mucho que soy una hembra adulta, me cuesta forzar un poco el intelecto, para que ahogue temporalmente estos espasmos de instinto puro, que quieren irse, que quieren husmear cada rincón, que aún esperan, la naturaleza es así, encontrar un lugar propio, con un espécimen similar a mí.
Echo de menos a los serranos y nunca antes lo sentí con tanta nostalgia. A veces, cuando volvía a Piura de las alturas de Chalaco o Ayavaca, notaba entusiasmo en mi ánimo y se me escapaban buenos días por la calle, sin ton ni son, sólo porque todas las demás especies animales se saludan de algún modo cuando se encuentran. Me quedaba con la mano levantada o recibía miradas extrañas y sólo podía optar por acostumbrarme nuevamente a mi “civilidad” estándar.
Ahora es diferente.
Demasiada melancolía, días nerviosos de planes que dependen de una respuesta difícil para empezar a ejecutarse, mucho por postergar, demasiado por ganar. ¿Debo seguir viviendo mi vida, sola? Hace mucho que soy una hembra adulta, me cuesta forzar un poco el intelecto, para que ahogue temporalmente estos espasmos de instinto puro, que quieren irse, que quieren husmear cada rincón, que aún esperan, la naturaleza es así, encontrar un lugar propio, con un espécimen similar a mí.
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Pero, francamente (humana y racionalmente), ya no creo en nada. Sólo echo de menos a los serranos, porque la viveza criolla, la descortesía y la vulgaridad instalada como actitud de vida en muchas personas de la ciudad que me crió (con lo bonita que era), me provocan un poco de asco. Será falta de costumbre. Espero nunca acostumbrarme a esto. Vaya, mis niveles de tolerancia disminuyen significativamente cuando estoy cansada. La tensión, también. Tristeza. Demasiados hogares. Selectividad, apertura. Dormir.
Comentarios
Es tiempo de adaptacion y al final estos periodos se vuelven mas cortos, al menos asi me ha pasado.
Un abrazo.
Que los exitos y la suerte siempre te acompañen mi estimada Angela y que las adversidades fortalescan tu aguerrido espiritu.
un abrazo TCalle.
Nos leemos.