Laputa: Un Castillo en el Cielo, de Hayao Miyazaki, 1986.

Anoche, mi compañero y yo decidimos ver esta película con las niñas. El resultado fue desastroso: la más grande quedó conmocionada al ver que los soldados abandonaban a su suerte a sus propios compañeros, y la más pequeña, desde el principio, nos había dicho que quería ver Kiki, entregas a domicilio por tercera vez en la semana.

Afiche oficial de la película para su distribución en Japón, que contiene el título original: 天空の城ラピュタ - Tenkū no Shiro Rapyuta.

Pese a esto, debo decir que es una verdadera joya animada de los años 80 y merece ser vista con mucha atención.

Laputa: Un Castillo en el Cielo (天空の城ラピュタ, Studio Ghibli, 1986) es un largometraje realizado en el contexto de Guerra Fría. Contiene las reivindicaciones ecologistas propias de aquella época, siempre con la amenaza nuclear encima y, por si fuera poco, presenta referencias claras a la bomba atómica.

Hayao Miyazaki nunca ha creado narraciones fáciles ni edulcoradas, sino que se ha esforzado por ser realista, dentro de la fantasía, y transmite sentimientos verdaderamente humanos, con todos los matices morales y éticos que esto trae consigo, aunque siempre se muestra respetuoso con el libre albedrío de sus personajes y les permite redimirse, si eso es lo que hace falta para tener un desenlace satisfactorio.

El director toma la isla flotante Laputa*, creada por Jonathan Swift (Irlanda, 1667 - 1745) en Los Viajes de Gulliver, y la convierte en el vestigio de una civilización antigua, con grandes adelantos tecnológicos (sobre todo en armamento), que conquistó y destruyó naciones enteras a lo largo de la historia de la humanidad. Por alguna razón, desapareció 700 años antes de la línea narrativa actual y quedó en el imaginario de las personas como una leyenda.

En la secuencia de apertura, construida con ilustraciones de estilo victoriano preciosamente acompañadas por la composición Innocent, de JoeHisaishi, se nos cuenta que existieron muchas islas flotantes y sus habitantes usaron energía eólica para alcanzar un gran desarrollo. Sin embargo, en algún momento la Naturaleza acabó destruyéndolas, obligando a su gente a esparcirse por la Tierra.

Siglos después, aparece Sheeta, la protagonista, una bondadosa niña granjera que también usa el viento como fuente de energía para regar sus cultivos y cuidar de sus vacas.

Fotograma final de la secuencia de apertura, en la que aparece Sheeta aprovechando el viento como fuente de energía natural, mostrando así un ciclo repetitivo.

 

Por cierto, parece ser que Wit Studio rindió un bonito homenaje a Studio Ghibli emulando el estilo de ilustración y la composición de paisajes de esta apertura, en la cuarta secuencia de cierre de Shingeki no Kyojin. Revo, además, podría haber tomado la línea melódica principal de Innocent para desarrollar las primeras notas de Requiem der Morgenröten, interpretadas por un coro de niños (o de mujeres). No he encontrado información que confirme esta suposición, pero no sería extraño un reconocimiento de este nivel.

La pequeña Historia Reiss en la cuarta secuencia de cierre de la serie Shingeki No Kyojin.
 

Volviendo a la película, la narración transcurre entre secuestros, asaltos de piratas, persecuciones vertiginosas y el ejército nacional metido en asuntos turbios. En el centro, dos adolescentes, Sheeta y Pazu, tomando decisiones serias y obligándose a ser valientes y persistentes. Sin mucho esfuerzo, podemos encontrar alusiones a Conan, el niño del futuro (1978) y a Nausicaä del Valle del Viento (1984), ambas del mismo director. Nos ofrece, además, a una de las mujeres más fuertes de Ghibli: Dora, la líder de los piratas, y a uno de los villanos más crueles: el coronel Muska.

Verla con niños pequeños podría resultar difícil (me consta), aunque el aprendizaje generado sea claro, útil y necesario. Contiene muchos mensajes que podrían resultar difíciles de explicar, sobre la orfandad, el trabajo infantil y la ambición ilimitada de poder. Pese a ello, y a la nostalgia que nos deja en carne viva a quienes nacimos a inicios de los años 80, es una pieza imprescindible de la animación japonesa e internacional.

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*Laputa, en Los Viajes de Gulliver, era la capital del país de Balnibarbi, con un rey opresor y explotador. La isla vendría a representar a Gran Bretaña y Balnibarbi, a Irlanda. La denominación, tan malsonante en español, habría sido escogida de manera premeditada por el autor irlandés. Pero no fue esa la intención de Miyazaki al hacer su película. Aún así, el nombre ha sufrido variaciones en inglés y en países hispanohablantes, a excepción de España, donde se tomó la decisión de conservar el título original de manera integral.

Afiche oficial de distribución de la película realizada por The Walt Disney Company fuera de Asia, sin el nombre de la isla.

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