Algunos trámites (largo-s)


La primera buena noticia de la semana fue: “El lunes está en casa mi hermana, no es necesario que vengas. El resto de días, ven a partir de las 9 de la mañana”. Fenomenal, significaba dos cosas importantes: 1, que no tendría que madrugar, dadas mis moquientas condiciones y mis fiebres nocturnas; y 2, que no me vería obligada a lidiar con la pequeña Ane y sus poquísimas ganas de cooperar a fin de que el proceso de vestirla para ir a la Ikastola no sea un calvario.

La segunda buena noticia está relacionada con el Gato, y de eso sólo comentaré una cosa: es justo y necesario terminar absolutamente TODOS los informes pendientes de la maestría, para que luego el cargo de conciencia (hoy descubrí que tengo la conciencia del tamaño de un mamut) no me dé palo.

La tercera: ME SEMI-INVITAN A HOLANDA EN JUNIO, gracias a la sapientísima intersección de mi querida Su.

Tanta emoción acumulada no sólo ha impedido un adecuado proceso de curación de mis infecciones respiratorias, sino que hoy llegué tarde a clase y heme aquí, tonteando frente al ordenador (¡Arg! ¡Computadora! ¡Se dice COMPUTADORA!), intentando describir los sucesos de los últimos días, a fin de hacer algún bien a la comunidad.

(Momento, debo sonarme la nariz).

Seguimos:

Anoche planifiqué maquiavélicamente cada paso de esta mañana. Llevaría a Iñaki de paseo por ayuntamientos y locutorios, a fin de conseguir empadronarme de una buena vez y poder contar con atención médica gratuita, gracias a la seguridad social vasca (y española, sí).

Terminé de despertar (dos horas después de dejar la cama) cuando escuché al pequeño balbucear algo así como “¡An-gla, An-gla, An-gla!”, al oírme llegar. Su madre me dio la gran noticia: el bicho ya camina. Al cuidarle sólo dos semanas al mes, no me entero de todos sus procesos. Siempre sucede algo en cada reencuentro: o está más grande, o dice nuevas palabras. Esta vez resulta que me recuerda, dice mi nombre y camina, ni más ni menos.

Bueno, decía que anoche tomé la decisión de llevar el contrato de arrendamiento (alquiler) del piso (departamento) donde vivo al ayuntamiento (municipalidad), para inscribirme en el padrón de habitantes de Getxo, el pueblo honrado de tener a esta señorita pisando sus calles, por la temporada actual.

Explico detalles: en todo España, es un deber y un derecho de cada ciudadano empadronarse en el municipio al que pertenecen. Esto les da acceso a una serie de beneficios públicos, uno de ellos es, justamente, la seguridad social (hablaré de los trabajos con contrato más adelante).

¿Cómo funciona aquí la Seguridad Social? Pues como en todos lados: el trabajador o trabajadora aporta mensualmente parte de su sueldo y afecta con su inversión a todos los miembros de su familia.

Durante el paro, las personas también pueden hacerse atender en los centros públicos de salud. No sé más al respecto.

Con los inmigrantes, sucede algo particular: resulta que uno o una puede y debe empadronarse, sea legal o ilegal, pues de este modo, el municipio sabrá de su existencia y podrá tomar medidas adecuadas para ayudarle a satisfacer las necesidades más urgentes. No es color rosa en absoluto, es un proceso que pasa por demoras administrativas, riesgo de deportación y funcionarios con mal carácter, pero debemos reconocer que se trata de una gran ventaja.

Yo soy inmigrante. Estudiante, sí, pero inmigrante. Mi condición de inmigrante hace, por ejemplo, que yo no pueda acceder a ningún trabajo formal de media jornada, pese a calificar para ello, si la empresa que me contrata no se come antes un trámite de 3 meses con la policía. No basta darse de alta en la oficina de empleo, no. Yo pensé que sí. Hace falta la historia completa, aunque ya esté aquí, instaladita, bonita y alborotadita.

Como inmigrante, además, debo empadronarme. Es importante, sobre todo por el tema de salud. Resulta que los estudiantes inmigrantes podemos recibir atención médica, medicamentos y análisis, simplemente con estar empadronados en el ayuntamiento correspondiente.

Lindo. Fácil. No.

Parece haber toda una paranoia colectiva respecto al tema del empadronamiento. Muchas personas que alquilan pisos no pagan el impuesto correspondiente al Ministerio de Hacienda (Vivienda) y demás estamentos. Entonces: el costo de arrendamiento es barato, pero no hay derecho a registrar la dirección en ningún lado, para evitar problemas al casero.

No se trata de una tontería, sino de “existir” o “no existir”. De que te atiendan o no en un Centro de Salud simple y ordinario, por alguna infección que aún te permite estar de pie (es decir, no es de urgencia), por ejemplo, mi sinusitis.

En enero, iniciando el año, pesqué un resfriado potente, acabé guardando cama por cuatro días. A eso se sumó que me dolía la boca y garganta, porque mi última muela del juicio quiso acabar de crecer. Por entonces, solucioné el asunto de dos formas diferentes:

EL RESFRIADO: fui al médico por Urgencia (Emergencia), con la excusa de “ser nueva aquí y no tener la más peregrina idea de cómo funciona el sistema”, y el buen hombre me recetó Paracetamol, no sé qué más y que vaya al dentista, quien sólo atendía por Seguridad Social o consulta privada…

LA MUELA DEL JUICIO: compré un juego de navajas para cortar papel, alcohol, algodón, coagulante y gasa. Desinfecté el material como me enseñaron en un curso de primeros auxilios. Coloqué el flexo de mi habitación de modo que diera luz de frente a mi boca totalmente abierta, hice algunas incisiones nada precisas, frente a un espejo, a fin de que la jodida muela tuviera campo libre para salir sin tirar de mis encías. Alcohol, algodón, un caramelo por ser tan valiente, la niña, y sanseacabó.

(Por favor, nunca intenten hacer esto, podrían no tener tanta suerte como yo).

Pensé que mis penas habían terminado, pero no fue así. Se me había olvidado un pequeño detalle: sufro de rinitis alérgica. Soy de esas personas que cuando respiran polvo, estornudan y tosen hasta los intestinos. De niña, estas crisis me tumbaban. Hoy no llegan a tanto, pero es necesario que cada resfrío quede totalmente curadito, o acumulo virus, acumulo bacterias, y luego: bronquitis, ataques asmáticos, catarro, sinusitis…

Nunca me curé de la gripe de enero. La mantuve latente todos estos meses y se ha manifestado con cierta regularidad, cada dos semanas. El cuidar personas adultas puede haber agravado la situación, supongo, pues se trataba de asearles, cambiarles pañal, cosas de esas… Además, debemos reconocer que muy pocas personas “solteras y a su bola” se caracterizan por tener una alimentación adecuada y balanceada, lo cual afecta gravemente las defensas.

Y el cigarro, pues, el cigarro. ¡Y el clima de este pueblo, tremendamente húmedo! ¿Qué hacemos mis rinitis y yo aquí, me pregunto a veces?

Es fácil ser la “niña-macho” en los Andes, cuando el talón de Aquiles físico no se ve afectado por el aire seco, por más frío que haga.

Sigo. A la vez que los virus empezaban a pasearse por mi organismo como Pedro en su casa, yo procuraba buscar solución práctica a mis penas: un médico. ¿Particular? Demasiado caro y no tengo plata, pues. Seguridad Social, sí, entonces empadronamiento, entonces mi casera no quiere y no quiere, insiste en que no y no…

Placebos van, placebos vienen. Hablé con ella varias veces. El piso está en orden. Ella es una mujer muy recta y me constaba, antes de que me lo dijera, que no evadía ningún impuesto. No podía entender sus negativas a dejarme inscribir en el ayuntamiento, no se me podía ocurrir, siendo ella tan razonable.

Ayer fue un día difícil. Es necesario, esta vez sin remilgos, que me vea un médico, no sólo por la sinusitis, sino por una serie de análisis que necesito, antes de irme a hacer prácticas en algún lugar aún no develado del mundo (así nos tienen a todos los de la maestría, estos días).

Ante esto, sencillamente me envalentoné y dije: “¡Qué carajo! ¡Yo tengo el contrato, iré a la oficina y me empadronaré solita! ¡Ya que me diga algo luego, si quiere!”.

Por supuesto, fiel a mi estilo, hice las últimas averiguaciones respecto al tema de empadronar a un extranjero. No quería que la mujer se viera perjudicada en absoluto. Todo parecía tan fácil: me inscribo un día y cuando me vaya, me doy de baja. Si no hay trampas (eso de Hacienda y tal), irá bien.

Y bueno, hoy, llena de brío, mocos, y empujando el cochecito de Iñaki, fui al ayuntamiento y expuse mi caso. Me dieron unos formularios para rellenar y me fui a un parquecito, a hacer lo propio.

Sin embargo, el mamut. Y llamé a la casera para pedirle por última vez su autorización y explicarle los motivos. Insistió en que no, que su asesora legal, que tal y cual. Me puse contundente (y llorona), le expliqué, enfadada, que ella y yo no estábamos en la misma situación, que estar empadronada era mi derecho, que no le pasaría nada malo, que seguía en el piso pese al costo (y mis necesidades) porque me había comprometido con ella y no quería fallarle y no podía entender cómo ella no podía hacer algo tan simple como darme una autorización blablabla…

Luego, a casa de Iñaki, a darle de comer. Después, a mi casa, a limpiar la cocina y evitar chillidos.

Saliendo hacia aquí (ya tarde), la casera: lo siente mucho, no sabía bien cómo eran la cosas, tuvo una bronca con su asesora por este motivo, que todo está en orden ahora, que empadrónate, niña, que lo siente otra vez.

Y ya.

Creo que he perdido 20 kilos de peso y mi sonrisota estúpida combina muy bien con el moco sexy. Por varios minutos he olvidado que estoy en un pasillo atestado de vascos y vascas, en alguna universidad pública, allá, lejos, esperando el descanso para unirme al grupo habitual de por las tardes.

Aún no termina el día, pero ya tiene buen final.
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P.D.: La sinusitis no es contagiosa.
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Luego de lo visto (2 días después):
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Me encuentro en tierra de nadie. Como estoy viviendo aquí con "permiso de residencia para estudiantes", sólo puedo acceder a la seguridad social universal a través del seguro escolar, del cual apenas nos han hablando en la matrícula y cubre accidentes, no más.
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Esto quiere decir: a pagar un médico privado. Sí, ¡Mi útero, ¿no te jode?!

Comentarios

Susana dijo…
la burocracia hija, la burocracia... y como que semiinvitada... estás super invitada mujer !
Mamá de 2 dijo…
Se te quiere, bella!!!

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