¿Cómo?
No fue por conocernos hace años, poco a poco, como pensé, pues a ninguno de los dos nos interesaba estar juntos, hasta que lo estuvimos.
Tampoco fue en ese viaje solos, ambos queríamos a alguien más…
¿Cuándo respondí a tus coqueteos? No tanto. Yo estaba sola y jugaba a intentar algo (pues me gustabas). Tú coqueteabas con cuanta chica podías, pues andabas “sin compromiso”.
He de confesarte que esa única vez en que no bromeabas al decir que sería bonito querernos si no estuviésemos ya enamorados de otros, sentí el piso moverse bajo mis pies. Pero no tenía caso darle más vueltas pues, como dijo mi “Ángel”, tenías varias cervezas en la cabeza.
Y no, definitivamente no fueron esos primeros besos sin condición previa.
Hum… ¿La música que me diste, quizás? Debo admitir que te oía en cada nota, y venía a mis sentidos el hogar de siempre, el mío. ¡Qué maravillosa sensación!
¿Las llamadas cuando estuve en la selva? Ya para entonces había decidido quererte, pero aún no sabía qué esperar (mi compañero de ruta comentó que “la estabas haciendo linda”).
Quizás sea la cantidad de cosas que estoy aprendiendo contigo, la oportunidad que me brindas de compartir, de conciliar, de mirarte hasta dormir, de cuidarte. Quizás sea por la cantidad de cosas que me enseñas, por lo que compartes, por ser conciliador, por quedarte conmigo hasta dormirme, por cuidar de mí.
Casi lo tengo claro, pero ante tanta certeza, sólo soy capaz de decir una frase simple, sin mucha gracia, sin romance ni arreglos literarios: qué bonito es estar contigo.
Tampoco fue en ese viaje solos, ambos queríamos a alguien más…
¿Cuándo respondí a tus coqueteos? No tanto. Yo estaba sola y jugaba a intentar algo (pues me gustabas). Tú coqueteabas con cuanta chica podías, pues andabas “sin compromiso”.
He de confesarte que esa única vez en que no bromeabas al decir que sería bonito querernos si no estuviésemos ya enamorados de otros, sentí el piso moverse bajo mis pies. Pero no tenía caso darle más vueltas pues, como dijo mi “Ángel”, tenías varias cervezas en la cabeza.
Y no, definitivamente no fueron esos primeros besos sin condición previa.
Hum… ¿La música que me diste, quizás? Debo admitir que te oía en cada nota, y venía a mis sentidos el hogar de siempre, el mío. ¡Qué maravillosa sensación!
¿Las llamadas cuando estuve en la selva? Ya para entonces había decidido quererte, pero aún no sabía qué esperar (mi compañero de ruta comentó que “la estabas haciendo linda”).
Quizás sea la cantidad de cosas que estoy aprendiendo contigo, la oportunidad que me brindas de compartir, de conciliar, de mirarte hasta dormir, de cuidarte. Quizás sea por la cantidad de cosas que me enseñas, por lo que compartes, por ser conciliador, por quedarte conmigo hasta dormirme, por cuidar de mí.
Casi lo tengo claro, pero ante tanta certeza, sólo soy capaz de decir una frase simple, sin mucha gracia, sin romance ni arreglos literarios: qué bonito es estar contigo.
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Mi adorable “Pretencioso”, esto es para que luego no digas que no te dedico ningún espacio en mi blog, o que tengo un especio dedicado a rajarte (¡¡¡aunque a veces das unas ganaaaaas!!!). TQM.
Comentarios
Oh, el desvarío.
:-)
Besos reinita.