Capítulo 80. Un fandom que pondera la violencia. Desolación.

AVISO: el texto contiene spoilers sobre el manga de Shingeki no Kyojin y se ha considerado el anime hasta el capítulo 80.
 
-----
 
El Retumbar, arma de destrucción masiva que sólo pueden poner en marcha los eldianos, llamados descendientes de Ymir, la primera titán.

 
El 6 de febrero de 2022, el anime Shingeki no Kyojin llegó, finalmente, a un punto definitivo de no retorno. Eren Jeager, un joven de 19 años, ha venido tomando una serie de decisiones extremas, muy frías y calculadas, arrastrando con ello a sus más leales amigos y compañeros de armas. De acuerdo a la propia historia, con todo esto Eren tiene la intención de traer paz a su pueblo.
 
Sin embargo, existe un límite entre la búsqueda de justicia y la degradación moral. De manera voluntaria o determinado por su posesión del Titán de Ataque y su vinculación con La Fundadora, Eren ha cruzado esa frontera. Que sus eternos enemigos, los marleyenses, lleven siglos haciendo lo mismo podría ser un atenuante y orientarnos hacia una comprensión amplia y considerada de sus motivaciones, más no a justificarlo...
 
Pero muchos de sus seguidores de América Latina no sólo lo justifican, sino también celebran la escalada de violencia como única manera de terminar con los enfrentamientos y mantener la paz. Por un lado, están los escépticos que sostienen "así es la guerra" o "todo sacrificio por un bien mayor merece la pena", hasta las argumentaciones más peligrosas sobre merecimiento de venganza y devolución de crueldad por crueldad.
 
Los más laxos dicen que Eren será un héroe para unos y un criminal para otros, porque así son de relativas las cosas.
 
Yo tengo claro que existen cuestiones no relativas. Y, si bien el derecho internacional humanitario no rige las normas del universo de Shingeki no Kyojin, el propio Isayama, autor de la historia, nos da pautas para establecer límites éticos en las acciones de sus personajes. Aquí, algunos:
  • Cuando Eren y Mikasa son niños y sucede el episodio de los tratantes de personas, Grisha, papá de Eren, les dice que debieron esperar a la policía, aunque tampoco desaprueba rotundamente lo que ha hecho su hijo. Grisha perdió a su hermana pequeña a la misma edad en que Eren dejó salir toda su rabia para salvar a Mikasa. Aún así, confiaba en un principio de justicia y autoridad.
  • Levi Ackerman se sintió afligido cuando Hange y Armin llegaron a conclusiones muy claras sobre el origen de los titanes.
  • Los jóvenes reclutas de la Legión de Reconocimiento entran en crisis cuando descubren, de una manera cruda como todo en SNK, que también necesitan luchar contra seres humanos.
  • Durante la guerra entre Marley y las Fuerzas Aliadas del Medio Oriente, Falco rescata a un herido enemigo, para protegerlo y cuidarlo. Uno de sus superiores se burla de él, por intentar "respetar el derecho internacional".
Aquí nos queda claro que fuera de Paradis existe un código humanitario que rige el comportamiento de los países durante los conflictos, cosa que, desafortunadamente, no tiene vigencia sobre las acciones de esta nación hacia los eldianos, a quienes utiliza como niños soldados, armas de ataque y carne de cañón.
  • En el manga (la serie no ha llegado a esta parte) la comandante Hange Zoë rechaza enérgicamente cualquier posibilidad de apoyar y legitimar un genocidio.
  • Onyankopon, por su parte, llama xenófobos a los militantes de la fracción nacionalista del ejército de Paradis que apoya las intenciones de Eren.
Estos dos términos, para mí, son claves:
 
La palabra genocidio fue utilizada por primera vez en el año 1944 por Raphael Lemkin, jurista polaco y judío que consiguió escapar de la persecución nazi en el año 1939. Lemkin fue el principal impulsor de que el genocidio fuera reconocido como un delito por el derecho internacional.
 
El genocidio ha sido una práctica utilizada durante toda la historia de la humanidad: consiste en exterminar a los miembros de una nación, mediante una matanza masiva o a través de diferentes mecanismos que los destruyen progresivamente, desintegrando sus estructuras políticas y sociales, su cultura, su idioma, sus centros de abastecimiento de combustible, de alimentación; privándoles del acceso a servicios de salud y de educación, ocupando sus territorios con asentamientos para personas pertenecientes a la etnia imperante; obligándolos a aislarse mediante la amenaza de las armas y la degradación de su hábitat; ejerciendo control eugenésico de la natalidad; destruyendo o intentado una y otra vez destruir su temple y su dignidad.
 
Hange Zoë, en un mundo alternativo y por injerencia de su creador, realiza una declaración de intenciones sobre un acto que, en nuestra realidad, está catalogado como crimen de lesa humanidad.  
 
La palabra xenofobia, utilizada por Onyankopon para calificar a los jeageristas, indica rechazo o aversión a una persona de una nacionalidad diferente a la propia, al margen de su origen étnico.
 
Según Naciones Unidas, la xenofobia designa una serie de actitudes, prejuicios o conductas que rechazan, excluyen y desprecian a otras personas, basados en la condición de extranjero o extraño a la identidad de la comunidad, de la sociedad o del país. Propicia acciones negativas, segregación, discriminación y, no en pocas ocasiones, crímenes de odio. 
 
En muchos estados del mundo la xenofobia es considerada un delito. Onyankopon utiliza este concepto de manera peyorativa, dejando claro que se trata de una actitud deplorable e injusta.

Quizás Paradis no tiene un reglamento sobre esto, pero todo parece indicar que sí hay límites y hasta el ser más poderoso debería contemplarlos para mantener su integridad. Si los sobrepasa, deja de merecer respeto y las personas con un poco de sentido de la moral deben tomar una posición en contra, aunque esto signifique matar a quienes lo respaldan. Porque claro, la constante situación de guerra y la violencia estructural de SNK no parece dejar nunca otras opciones.
 
No podemos negar que las bases de nuestras sociedades (pos)modernas tienen mucha sangre. Las revoluciones que sucedieron entre la segunda mitad del siglo XIX y la primera del siglo XX obedecieron, en principio, a la necesidad de destruir poderes habitualmente opresores y empobrecedores. La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1979), predecesora de nuestra actual Declaración de los Derechos Humanos, costó a Francia algunos cientos de miles de muertos, la mayoría de ellos inocentes y no pertenecientes a la nobleza. 
 
Resulta difícil juzgar el pasado con criterios del presente. En este sentido, conocer los sucesos siguientes, la tiranía de los gobiernos instaurados, nos sirve para hacer una lectura más completa y equilibrada de las leyendas.
 
Sabemos que Eren no fue contra un ejército o un gobierno, como pensaba y esperaba Armín, su mejor amigo. Fue contra todo ser vivo que se encontrara a su paso.
 
Por lo tanto, él, al igual que los gobiernos opresores de Marley, adoptó una peligrosa convicción, la misma que ha comandado las acciones de los genocidas más desalmados de la historia contemporánea: las vidas de la gente de mi pueblo (mi etnia, mi cultura, mi familia, mis amigos) valen más que todas las demás vidas en el planeta. 
 
Leí en algunos comentarios del fandom, casi todos de jóvenes entre sus 20 y 25 años, que es hipócrita llamar "genocidio" al genocidio de Eren y comprendo que puede ser consecuencia de aquella tan marcada tendencia a no denominar las cosas por su nombre en la era de la posverdad. Porque un genocida es un genocida y un criminal de guerra es un criminal de guerra, pese al afecto que podamos sentir por él o a lo mucho que comprendamos sus motivaciones.
 
Otra razón por la que me molestan esas posiciones pro-bélicas y pro-venganza, y esto ya es cuestión personal y profesional, es una certeza que me queda muy clara con sólo seguir algunos hilos de sus argumentaciones: están plenamente identificados con un personaje de ficción, pero no sentirían la misma empatía por un adolescente callejizado de 14 años que sirve a las pandillas urbanas ejecutando asesinatos a cambio de dinero o drogas.
 
En ese caso, no les importaría si su madre fue asesinada frente a él, si su hermana fue violada y desmembrada para dar a su barrio una advertencia, si tuvo que paliar el hambre oliendo pegamento o si a los 12 años ya no tenía nada que perder, ante un estado incompetente e indolente.
 
A ese chiquillo, sin dudas, que lo maten, porque es un monstruo.
 
Igual con las niñas y los niños reclutados por guerrillas, por ejércitos, por el narcotráfico.
 
Y no los culpo. No es fácil empatizar con un ser humano común y corriente que ha causado sufrimiento a otros... Pero, al parecer, sí resulta sencillo apoyar a alguno que ha tenido poder, o no podríamos explicarnos por qué subsisten, alrededor del mundo, tantos movimientos que encumbran las figuras de terribles genocidas.
 
Los pandilleros y delincuentes comunes son "otros": son pobres, son "marrones", son inmigrantes, son cualquier cosa menos lo mío. Yo, en cambio, estoy aquí, tranquilo y sin molestar a nadie, mirando un anime claramente anti fascista y anti bélico, pero entendiendo todo el rato que el autor lo escribió para permitirme respaldar a un asesino ficticio porque sufrió mucho y es el protagonista.
 
Las redes sociales están para que cada quién opine lo que quiera y tal parece que los discursos de odio no son los contenidos más censurables en la virtualidad. Además, consideremos que un buen porcentaje de los comentaristas dicen lo primero que se les ocurre, sin pensarlo demasiado y protegidos por el anonimato de la pantalla. Otros tal vez son muy jóvenes, o están desinformados, o entran sólo a provocar discusiones.
 
Pero aunque estemos elucubrando sobre una realidad que no existe, la boca y las manos suelen expresar lo que hay en la cabeza y en el corazón. Y la expresión es, en sí misma, un acto. Quizás por eso siento ahora una profunda desolación.

Comentarios

Entradas populares