A propósito de Maléfica y la niñez (contiene spoilers)



Vi Maléfica con ganas, pues me habían dado grandes referencias y me gusta Angelina Jolie.

Pese al final predecible, sobre todo en la línea que ha tomado Disney desde La Princesa y el Sapo, me quedé siempre con un sinsabor que intentaré explicar:

Es indiscutible que Stefan fue cruel e inescrupuloso. Se valió de la confianza y el amor de Maléfica para traicionarla y conseguir el poder y la riqueza que ansió desde que era un niño. Listo, hasta aquí tenemos al perfecto villano odiable.

Sin embargo, Maléfica, despechada, cae en una oscura espiral de venganza, que llega hasta su expresión más baja: desquitarse con la hija de su ex amante.

En esto no hay medias tintas: quienes cometen actos contra la seguridad y la integridad de los niños, con el fin de dañar a sus padres, están clasificados como criminales de la peor calaña, en cualquier parte del mundo. La gente sana no busca revancha en los niños. No se maldice a un niño. No.

Bien sabido es que los seres humanos estamos compuestos de claroscuros. Yo misma, muchas veces, me regocijo bajo la protección de las sombras y soy capaz de generar pensamientos plenamente retorcidos. Todos podemos ser malos.

Maléfica, en la historia, se envilece al punto de destruirse sí misma. Sin embargo, ella se ve redimida por el amor de la pequeña Aurora, esa niña condenada a morir (o su eufemismo, "dormir eternamente") a los 16 años, tras un accidente con una aguja envenenada.

Maléfica tiene tiempo de arrepentirse y, en buena parte, asumir la crianza de Aurora. Esto le salva el alma.

Hasta aquí, muy bonito.

Todos estamos deslumbrados por la sanación de Maléfica y el cambio que experimenta a lo largo de los años. Pero, ¿nos hemos preguntado qué fue de la madre de Aurora? La película pretende mostrarla como una joven “interesada” que se casa con el rey, tiene una hija con él y, luego, desaparece. Se le menciona en algún momento: Stefan, totalmente cegado por el odio y la sed de venganza contra Maléfica, es informado de que la reina está muriendo. Le da igual, sigue en lo suyo.  

Es de suponer, entonces, que la reina muere sola, además de haber sido privada, durante años, de la posibilidad de cuidar y amar a su hija. La maldición de Maléfica no sólo afectó a su agresor, sino también arrancó a una niña inocente de los brazos de su madre y condenó a ambas a la desgracia.

Yo no encuentro justo que Maléfica haya podido volver a ser feliz gracias al cariño de una niña, arrebatado a otra mujer.

Yo no encuentro justo que el rey haya sido tan plano, como personaje, al punto de no ser capaz de conmoverse por la pérdida de su esposa o el regreso de su hija.

Comprendo que esto puede suceder, que las personas somos capaces de hundirnos en la peor maldad y no mirar más allá de nuestras narices. Acepto que el lenguaje cinematográfico tiene necesidad de muchas licencias para no recargar una historia. Pero si necesito material para empoderar a mi hija sobre mujeres fuertes, no escogería a Maléfica como una película edificante.

Para terminar: es posible que Maléfica, arrepentida, haya merecido nuestro perdón, pero su dignidad se levanta sobre demasiados muertos y eso, a mi parecer, debería haberse visto reflejado en algún momento. Merecía, por lo menos, un intento de restauración.  

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