Lemon Juice : consejos prácticos para cooperantes honestos


 
Como cualquier ser humano, soy poseedora de amplios y creativos prejuicios, necesarios para garantizar mi subsistencia y la de los míos. En el espacio laboral, tengo varios, aunque siempre me permito observar con atención y voy adaptando mi comportamiento al desenvolvimiento del equipo. 
 
Los más potentes, que con el paso del tiempo y la experiencia no ha hecho más que consolidarse, son:
  • La desconfianza tremenda hacia los nuevos colegas que, de la nada y en la primera semana, empiezan a contarte pequeños secretos o valoraciones personales sobre el trabajo, los jefes, los compañeros o su vida personal. Normalmente, se trata de un anzuelo: toma, te doy para que me des.
  • El temor a la deslealtad de los trabajadores en el rango más bajo de salarios. Por lo que he podido ver en diferentes empleos, si una persona siente que su posición laboral es menos importante y, por tanto, podría perderla, hará todo lo necesario para mantenerla en una situación de crisis, incluso traicionar.

Pese a lo dicho, soy capaz de entender la deslealtad o la trampa por miedo. 

Brecht decía que antes de aprender moral, habría que llenar el estómago, y las espiritualidades calvinistas, tan arraigadas en nuestra América, predican que el “yo” está por encima de cualquier convención colectiva y el mal de “los otros” es castigo divino. Así, aplicando un reduccionismo atroz a la corriente cultural.

Sin embargo, sé muy bien que hay personas que, sencillamente, disfrutan jugando con la buena fe de las demás. A esas, lo mejor es tenerlas lejos y tranquilas. 

En general, es imprudente tomar las confidencias como un “voto de confianza”, sobre todo en el trabajo. Quizás, sencillamente, el compañero o compañera de turno necesita hablar y descargar. Entonces, limitémonos a escuchar y callar. 

El mundo de la cooperación no está exento de malos entendidos, intereses particulares, egoísmo y deslealtad. Aquí, la cosa se complica porque hay diversos organismos en juego, mucho dinero, gestiones diplomáticas, políticas, burocracia y diversas formas de percibir este ámbito. 

A continuación, ofrezco algunos consejos prácticos para cooperantes idealistas, aquellas buenas personas que esperan, en verdad, que cada trabajador del ámbito posea una base firme de principios morales, intenciones transparentes y deseos de apoyar a la población sujeto para alcanzar una vida digna, sin intereses turbios.

Consejos prácticos para oenegeros/as honestos/as y comprometidos/as: 
(El orden de los factores no determina su importancia)
  • Haz un curso básico de contabilidad, probablemente debas resarcir todos los errores de tu asistente contable y quedarte solo/a con los informes finales. 
  • Prepárate para despedir a quien te signifique un lastre. El tema de la mística está muy bien, pero a ti te pagan por hacer un buen trabajo y tu equipo recibe dinero también por trabajar. Tú puedes pensar o sentir lo que quieras, pero el 80% de tu personal se iría a vender salchichas por unos dólares más. Y luego te contarían que allí se estresan menos.
  • Deja todo por escrito, desde la reunión más absurda hasta un convenio de colaboración. Prepara actas de compromiso y procura que todas estén firmadas, haz copias de las cédulas, graba, toma fotos. Muchas personas tienden a negar lo que dijeron en cuanto notan que ya no les conviene sostenerlo. Y sin ningún remordimiento. 
  • Si no tienes la entereza de espíritu (o problemas mentales) de la Madre Teresa, no establezcas lazos afectivos con nadie. A excepción de algunos amigos, cualquier ser humano sería capaz de traicionarte por beneficio propio, incluso esa gente de la comunidad a la que defiendes con tanta pasión. 
  • No eres el padre o la madre de tu población sujeto, ni su presidente, ni su alcalde, ni su teniente gobernador. Tampoco eres responsable de su pobreza. Estás allí para cumplir un objetivo específico, que podría beneficiar a toda la comunidad si sale bien, pero no te corresponde resolver todos los problemas que encuentres en el camino.
  • No tienes amigos en la comunidad, ni entre los socios locales, ellos forman parte de tus relaciones laborales. Quizás, pasado el tiempo, puedas llegar a establecer vínculos más cercanos con algunos, pero, de entrada, tu misión no es hacer amigos, así que no te agobies. 
  • Probablemente te quedes solo/a si las cosas se ponen feas. Así funciona, los seres humanos nos cohesionamos con “los nuestros”, tú harías lo mismo en una situación similar. Vale, no lo harías, pero ellos sí. 
  • Permítete desconfiar de tus socios locales y de la comunidad (créeme, no sería una actitud de superioridad). Seguramente encontrarás gente increíble, pero a la mayoría le ha de haber afectado crecer y sobrevivir en ambientes hostiles, de valores distorsionados. 
  • Unos más que otros estarán envilecidos, sospecharán de tu administración y envidiarán tu salario, tus estudios y privilegios. Compréndelos, pero no te les entregues en bandeja de plata, con “Chivo Expiatorio” escrito en la frente. 
  • Tú no estás jodido/a, por eso te permites ser generoso/a. Ellos sí lo están, por eso se vuelven suspicaces cuando hay dinero de por medio y siempre cuentan los centavos. Así funcionan y tu buena voluntad no va a marcar gran diferencia. 
  • Tus compañeros de trabajo en el entorno local también pueden llegar a envidiar tu salario y tu situación privilegiada. Aún con esto, los buenos profesionales harán que todo marche bien. Pero prepárate: un par de ellos/as te obligarán a hacer de psicólogo/a en tanto les perdonas que hayan iniciado murmuraciones en tu contra. 
  • No esperes acciones democráticas de gente acostumbrada a vivir en represión. Los cambios de comportamiento llevan tiempo y dependen de muchos factores conjugados. ¿Te sorprendes? ¡Si eso te lo enseñaron en el Máster! Qué ganas de olvidar lo importante. 
  • La pobreza y la injusticia duelen, pero si tienes vocación de redentor/a revolucionario/a, sin una pisca de mentalidad empresarial, no te dediques al desarrollo humano en un contexto de Cooperación Internacional. Más bien carga tu oboe, una caja de antiofídicos y vete a alfabetizar la Amazonia. Eso sí, procura que ningún minero o petrolero vaya detrás de ti, usándote de escudo-puente con las comunidades nativas, así evitas el riesgo de acabar convertido en alfiletero. 

Para terminar, si crees que tener en cuenta todo esto implica ser cínico/a, ve pensando en cambiar de rubro. Según esta propuesta, sólo necesitas capacidad de observar las conductas sociales de una realidad que te es ajena (es decir, desconocida), a una distancia respetuosa y sin la ilusión (un tanto soberbia) de cambiar actitudes con sólo dejarte ver. 

También deberías aprender a establecer sistemas de trabajo conjunto a través de la negociación, siempre destacando los beneficios personales y sociales, sin pretender que otros compartan tu amor al arte. 

Ahora bien, si te has empeñado en proteger y guiar a un ser humano, al punto de darle la libertad, el cariño y la felicidad que consideras adecuada y justa, ten un hijo o una hija y fórmale según tus principios. Ya verás que hasta él/ella, a sus 14 años, se quejará. 


Comentarios

blink blink ! * onomatopeya

resaltaria (comentario personal), que el punto clave es despedir a quien tenga un lastre una de las mas importantes misiones que tiene una organizacion para mantener la competitividad.

Una vez tuve una discusion de aquella donde se concluyo que la ORGANIZACION NO ES UNA BENEFICENCIA y que en el mejor de los casos se lo puede pasar a otra area donde sus habilitades se puedan explotar mejor.


y finalmente para darle animo a todos !!!

lo 2do importante es todoso tener claro el objetivo del trabajo, sino se dedicaran a cumplir x cumplir a costa del tiempo y dinero de los demas.


saludos
Mamá de 2 dijo…
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Mamá de 2 dijo…
¡Muy buen aporte! Gracias por tu comentario.

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