Io non ho paura
Al profe de Filosofìa no le gustó tanto, me contó que (léase con voz impostada): “Me pareció más bien una mezcla entre drama, que no se logra, y policial, que tampoco está bien logrado, y terror, que no resulta bien en absoluto, y en fin, no entiendo cómo un niño de 10 años, teniendo toda la información, no pudo atar cabos, porque estos chicos de hoy en día, y con la influencia de la televisión… ¡Pero los campos cultivados de trigo me resultaron excepcionales!”
Sin embargo, la película me encantó. Es de esas historias que te siembran una semillita en el pecho, no sabes si de risas o lágrimas, pero ahí está, generándote amor, fe, sonrisas y picazón de conciencia. Afortunadamente, cualquiera de mis dos hermanos menores, de 13 y 10 años, harían (casi) lo mismo. Entonces, no fue fantasía, ¿pero quién podría reivindicar de esta manera a los seres humanos, si no un niño? Y un niño sin formación cristiana, por cierto, pero más ángel que el que más (bien natural, todos los seres humanos lo tenemos de nacimiento, aunque usted no lo crea).
Al iniciar la noche
David y yo decidimos que ya habíamos tenido bastante, y luego del quinteto de clarinetes (sí, eso mismo, QUINTETO) tocando “La pampa y la puna”, seguido de un minuet europeo y mucho mejor interpretado que el anterior clásico andino, decidimos ir al cine.
Es que habíamos asistido, muy entusiastas nosotros, a la inauguración de la Escuela de Música de Piura. Mejor dicho, a la inauguración de su nuevo local, un bonito edificio de material noble, terriblemente contrastante con su otrora localcito de tripley y esteras, que por años ocuparan frente a la unidad vecinal de Piura.
Si debo agradecer al presidente regional, lo hago ahora. Estos artistas perseverantes, tan sólo por amor al arte y nada más, se lo merecían. Bien por César Trelles Lara, pues la acción, politiquera o no, ha favorecido a quienes se lo tenían bien merecido.
Hasta ahí, todo asumido. Llegamos al lugar del evento, en transversal pública, pero cerrada para la ocasión. Camino a los palcos de atrás, para la “plebe”, encontré a mi buena profesora Aura, mujer de recio carácter que alguna vez en su vida asumió la osada misión de enseñarme a tocar piano clásico. No era lo mío, pero me defendí como pude, y bien. Abrazote, somos amigas.
Bueno, para atrás con nosotros dos. En el camino, caras conocidas, algunos saludos incomprensiblemente eufóricos y, oye David, todos estos son apristas…
Una pancarta sobre la tribuna desde donde las luminarias musicales de Piura actuarían para el público: “Dr. César Trelles Lara, la juventud te agradece hoy y siempre”. Mi paranoia de periodista y mujer me dicen, querido mío, que esto es propaganda pura y dura. David también lo ha notado.
Varios minutos de espera después, pero inesperadamente, los apristas se ponen de pie, y aplauden a su manera, tres palmas – espacio – tres palmas. Sólo permanecemos sentados David, yo, una pareja en la fila delante de nosotros, y un señor de atrás. ¿Son palmas apristas? Sí, las he oído antes. Seguramente ya llega Trelles Lara. David mira e informa: no es Trelles, es Alan…
Sí, Alan García, él mismo. Mierda, esto es más propagandístico de lo que pensaba, ¿qué hace este tipo aquí? Pasó justo junto a nosotros, nos miró por un segundo, pero prefirió seguir saludando a quienes le hacían fiesta. Carajo, carajo, carajo, carajo… Algo en mi intuición de reportera no practicante me dice que esto no puede ser legal del todo. ¡Y no tengo una cámara! No importa, seguramente saldrá en todos los periódicos. Ahora entiendo por qué la invitación pública del presidente regional, en los medios de comunicación impresa.
“Ilustrísimo ex presidente, Dr. Alan García Pérez”, dijeron todos los ponentes. Y bueno, me consolaba viendo los rostros felices de los alumnos de la Escuela de Música, de ese muchacho que tocó violín con un excelente punteo y un pésimo dominio del arco, y ese memorable Cóndor Pasa con guitarra sola y solista, y el Ave María de Schuber en una voz de soprano popular, bonita, falta de educación, pero ya lo logrará con el tiempo... y los clarinetes.
David y yo acordamos hacer algún tipo de escándalo si Alan García hablaba, pero ya eran 15 para las 9 y la película empezaría 25 minutos después. Ni hablar, vámonos. Pero… qué efectivos e inescrupulosos asesores de propaganda tienen los apristas, mira que convertir un acto público en una suerte de mitin camuflado. Ay. Pero aún así, ¡que viva el Perú! (paisito lindo, donde está la gente a la que más quiero).
No tengo miedo
El título que le han puesto en castellano es “El secreto”. Pésimo, pero efectivo si quieres vender la película, desde el trailer, como una historia de suspenso. Prueba de ello, el grupo de adolescentes lanzamaízpopcorn que se situaron bulliciosamente en la última fila de la sala más chiquita de Cineplanet.
También estaban, casi en pleno, los humanistas de donde trabajo. Entre ellos, el profe de Filosofía. Hola… vamos atrás, David.
Varios niños haciendo carreritas entre trigales amarillos como el sol. Juegos inocentes, pigmentados con la malicia que bien se aprende en casa. El protagonita, Miguel (como mi hermano de 13), es el más "estúpidamente bueno", mejor persona que todos los demás, a futuro, sin lugar a dudas.
Miguel, de puro curioso, descubre un secreto a voces entre los adultos de su pueblo, campesinos eventuales, cuidadores de los cultivos de trigo, hasta la cosecha.
Su primer encuentro con el miedo, “paura”, asusta adrede a todos los espectadores. Es vanamente terrible, injusto. Pero en fin, cosas del director.
Poco a poco, el niño de 10 años descubre información que le es difícil de entender, por más “chico de hoy en día, con televisión” que sea, mi señor filósofo. Sabe que aquello no es bueno y actúa según su conciencia (y es que la conciencia nunca te puede llevar al mal).
La historia es cruda y tierna a la vez. Los adultos, manipulados, pobres y ambiciosos, actúan casi sin escrúpulos. Los niños no dejan de ser niños, pese a los dilemas morales que deben enfrentar… ¿Quién, a los 10 años, acepta que su papá puede hacer algo malo? ¿Quién lo entiende? Miguel no, es sólo un niño, pero sabe lo que es bueno, aunque no tenga peregrina idea de lo que es un Ángel Custodio (mientras algún Ángel de la Guarda se está valiendo del buen niño ateo para actuar).
Miguel tiene miedo, pero da igual. Conduce su bicicleta rumbo a la más osada de sus intervenciones, rezando una oración a la naturaleza, pidiéndole a los seres de la noche que cuiden del “bambino”, de él mismo, y calla de un grito al cuervo mal agorero que le infunde terror. Y va, hace lo que tiene que hacer, se arriesga, pese a ser un niño. Hace bien.
Lo cierto es que la información clave de la historia llega de golpe, totalmente, a través de las noticias en televisión. Para un adulto está todo resuelto, pero no para Miguel. A quienes vean la película, les recomiendo ponerse en el lugar de un niño de 10 años en zona rural. De otro modo, pensarán como mi amigo el filósofo. Pero en fin, opiniones...
Humildemente, la recomiendo. Creo que vale mucho la pena. A mí me gustó. Buen final de jueves por la noche. Y yéndonos por el lado puramente sentimental, he de reconocer que me han dado grandísimas ganas de ser niña otra vez y hacer cosas buenas sin pensármelas tanto. Ni modo, a tener 25 y seguir.
Sin embargo, la película me encantó. Es de esas historias que te siembran una semillita en el pecho, no sabes si de risas o lágrimas, pero ahí está, generándote amor, fe, sonrisas y picazón de conciencia. Afortunadamente, cualquiera de mis dos hermanos menores, de 13 y 10 años, harían (casi) lo mismo. Entonces, no fue fantasía, ¿pero quién podría reivindicar de esta manera a los seres humanos, si no un niño? Y un niño sin formación cristiana, por cierto, pero más ángel que el que más (bien natural, todos los seres humanos lo tenemos de nacimiento, aunque usted no lo crea).
Al iniciar la noche
David y yo decidimos que ya habíamos tenido bastante, y luego del quinteto de clarinetes (sí, eso mismo, QUINTETO) tocando “La pampa y la puna”, seguido de un minuet europeo y mucho mejor interpretado que el anterior clásico andino, decidimos ir al cine.
Es que habíamos asistido, muy entusiastas nosotros, a la inauguración de la Escuela de Música de Piura. Mejor dicho, a la inauguración de su nuevo local, un bonito edificio de material noble, terriblemente contrastante con su otrora localcito de tripley y esteras, que por años ocuparan frente a la unidad vecinal de Piura.
Si debo agradecer al presidente regional, lo hago ahora. Estos artistas perseverantes, tan sólo por amor al arte y nada más, se lo merecían. Bien por César Trelles Lara, pues la acción, politiquera o no, ha favorecido a quienes se lo tenían bien merecido.
Hasta ahí, todo asumido. Llegamos al lugar del evento, en transversal pública, pero cerrada para la ocasión. Camino a los palcos de atrás, para la “plebe”, encontré a mi buena profesora Aura, mujer de recio carácter que alguna vez en su vida asumió la osada misión de enseñarme a tocar piano clásico. No era lo mío, pero me defendí como pude, y bien. Abrazote, somos amigas.
Bueno, para atrás con nosotros dos. En el camino, caras conocidas, algunos saludos incomprensiblemente eufóricos y, oye David, todos estos son apristas…
Una pancarta sobre la tribuna desde donde las luminarias musicales de Piura actuarían para el público: “Dr. César Trelles Lara, la juventud te agradece hoy y siempre”. Mi paranoia de periodista y mujer me dicen, querido mío, que esto es propaganda pura y dura. David también lo ha notado.
Varios minutos de espera después, pero inesperadamente, los apristas se ponen de pie, y aplauden a su manera, tres palmas – espacio – tres palmas. Sólo permanecemos sentados David, yo, una pareja en la fila delante de nosotros, y un señor de atrás. ¿Son palmas apristas? Sí, las he oído antes. Seguramente ya llega Trelles Lara. David mira e informa: no es Trelles, es Alan…
Sí, Alan García, él mismo. Mierda, esto es más propagandístico de lo que pensaba, ¿qué hace este tipo aquí? Pasó justo junto a nosotros, nos miró por un segundo, pero prefirió seguir saludando a quienes le hacían fiesta. Carajo, carajo, carajo, carajo… Algo en mi intuición de reportera no practicante me dice que esto no puede ser legal del todo. ¡Y no tengo una cámara! No importa, seguramente saldrá en todos los periódicos. Ahora entiendo por qué la invitación pública del presidente regional, en los medios de comunicación impresa.
“Ilustrísimo ex presidente, Dr. Alan García Pérez”, dijeron todos los ponentes. Y bueno, me consolaba viendo los rostros felices de los alumnos de la Escuela de Música, de ese muchacho que tocó violín con un excelente punteo y un pésimo dominio del arco, y ese memorable Cóndor Pasa con guitarra sola y solista, y el Ave María de Schuber en una voz de soprano popular, bonita, falta de educación, pero ya lo logrará con el tiempo... y los clarinetes.
David y yo acordamos hacer algún tipo de escándalo si Alan García hablaba, pero ya eran 15 para las 9 y la película empezaría 25 minutos después. Ni hablar, vámonos. Pero… qué efectivos e inescrupulosos asesores de propaganda tienen los apristas, mira que convertir un acto público en una suerte de mitin camuflado. Ay. Pero aún así, ¡que viva el Perú! (paisito lindo, donde está la gente a la que más quiero).
No tengo miedo
El título que le han puesto en castellano es “El secreto”. Pésimo, pero efectivo si quieres vender la película, desde el trailer, como una historia de suspenso. Prueba de ello, el grupo de adolescentes lanzamaízpopcorn que se situaron bulliciosamente en la última fila de la sala más chiquita de Cineplanet.
También estaban, casi en pleno, los humanistas de donde trabajo. Entre ellos, el profe de Filosofía. Hola… vamos atrás, David.
Varios niños haciendo carreritas entre trigales amarillos como el sol. Juegos inocentes, pigmentados con la malicia que bien se aprende en casa. El protagonita, Miguel (como mi hermano de 13), es el más "estúpidamente bueno", mejor persona que todos los demás, a futuro, sin lugar a dudas.
Miguel, de puro curioso, descubre un secreto a voces entre los adultos de su pueblo, campesinos eventuales, cuidadores de los cultivos de trigo, hasta la cosecha.
Su primer encuentro con el miedo, “paura”, asusta adrede a todos los espectadores. Es vanamente terrible, injusto. Pero en fin, cosas del director.
Poco a poco, el niño de 10 años descubre información que le es difícil de entender, por más “chico de hoy en día, con televisión” que sea, mi señor filósofo. Sabe que aquello no es bueno y actúa según su conciencia (y es que la conciencia nunca te puede llevar al mal).
La historia es cruda y tierna a la vez. Los adultos, manipulados, pobres y ambiciosos, actúan casi sin escrúpulos. Los niños no dejan de ser niños, pese a los dilemas morales que deben enfrentar… ¿Quién, a los 10 años, acepta que su papá puede hacer algo malo? ¿Quién lo entiende? Miguel no, es sólo un niño, pero sabe lo que es bueno, aunque no tenga peregrina idea de lo que es un Ángel Custodio (mientras algún Ángel de la Guarda se está valiendo del buen niño ateo para actuar).
Miguel tiene miedo, pero da igual. Conduce su bicicleta rumbo a la más osada de sus intervenciones, rezando una oración a la naturaleza, pidiéndole a los seres de la noche que cuiden del “bambino”, de él mismo, y calla de un grito al cuervo mal agorero que le infunde terror. Y va, hace lo que tiene que hacer, se arriesga, pese a ser un niño. Hace bien.
Lo cierto es que la información clave de la historia llega de golpe, totalmente, a través de las noticias en televisión. Para un adulto está todo resuelto, pero no para Miguel. A quienes vean la película, les recomiendo ponerse en el lugar de un niño de 10 años en zona rural. De otro modo, pensarán como mi amigo el filósofo. Pero en fin, opiniones...
Humildemente, la recomiendo. Creo que vale mucho la pena. A mí me gustó. Buen final de jueves por la noche. Y yéndonos por el lado puramente sentimental, he de reconocer que me han dado grandísimas ganas de ser niña otra vez y hacer cosas buenas sin pensármelas tanto. Ni modo, a tener 25 y seguir.
P.D.1: Pregunté a mi hermanito de 10 años qué haría si en el malecón del río Chira (por donde suele jugar) encontrara una cueva con un niño de su edad encadenado. Me dijo, muy seguro: “llamaría a la policía”. O sea, de todos modos se metería en el asunto… ¡Adoro a ese enano!
P.D.2: Los adolescentes lanzamaízpopcorn se quedaron mudos a los 15 minutos, y vieron la película con total atención.
Comentarios
Pues si, lo que viste fue un reflejo de la politiqueria tan frecuente en nuestro pais, de la que no se escapa ningun partido .... te suena "la portatil" ??.
Me has hecho recordar que a veces pensaba que eso de ser aprista era un estilo de vida... mi mama decia: "hablan como apristas, caminan como apristas, se peinan como apristas, aplauden como apristas..." no lo tenia tan claro hasta que el ARE una vez se presento para la Fepuc.... y si.. tenian un aire de familia entre si tan evidente....
No comento sobre la pelicula porque me salte esa parte hasta ver la recomendacion... vere si ya la pasan por aca.
Feliz 28 y ya nos vemos !!!
Ernesto
Que bueno verte por aca de nuevo :-)
A.P.
De otro lado, se vé interesante la película. Será cierto entonces que nacemos buenos y la sociedad nos corrompe?
Un abrazo y que bueno leerte de nuevo.
Y el filosófo que estudie al ser humano un poco mejor...parece que le erró a la tecla.